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El chileno Alejandro Aravena gana el Premio Pritzker de arquitectura

  • El arquitecto destaca por su labor comprometida para resolver los problemas de la gente real

La arquitectura comprometida del chileno Alejandro Aravena ha sido merecedora del Premio Pritzker 2016, que reconoce así su trabajo para solventar cualquier problema de habitabilidad, incluidos los de los afectados por catástrofes naturales, como el terremoto y el tsunami de Chile en 2010.

Aravena ha sido galardonado por una arquitectura que "conjuga hábilmente la responsabilidad social, las necesidades económicas y el diseño de hábitats humanos", que ha dado "obras excelentes" tanto en el ámbito público como el privado, según señala el fallo del jurado, anunciado ayer en Chicago (Estados Unidos). Esta arquitectura ha sido desarrollada principalmente a través del colectivo ELEMENTAL, que él dirige en Santiago y que se centra en proyectos de impacto social e interés público.

Este grupo recibió en 2008 el León de Plata de la Bienal de Arquitectura de Venecia por su empeño en el uso de la arquitectura para "resolver los problemas del mundo real, como son el ambiente, la pobreza y los conflictos sociales". Esta labor comprometida está especialmente reflejada en la labor de reconstrucción de la ciudad de Constitución, una de las más devastadas por el terremoto y el tsunami que el 27 de febrero de 2010 sacudió Chile y dejó medio millar de muertos y unos 800.000 damnificados.

La reconstrucción incluye trabajo de emergencia, la elaboración de un plan maestro, el desarrollo de Villa Verde y la construcción del Centro Cultural Constitución.

Pero más allá de su país natal, Aravena (Santiago de Chile, 1967) ha realizado otros proyectos destacados en Estados Unidos, México, China y Suiza, tanto en el ámbito público como privado, como destacó en Chicago el presidente de la Fundación Hyatt, Tom Pritzker.

A sus 48 años, Aravena se convierte en el cuarto arquitecto latinoamericano en ganar el prestigioso Pritzker, considerado el Nobel de esta disciplina, tras el mexicano Luis Barragán (1980) y los brasileños Oscar Niemeyer (1988) y Paulo Mendes da Rocha (2006).

Su trabajo "da oportunidades económicas a los menos privilegiados, mitiga los efectos de desastres naturales, reduce el consumo de energía y proporciona espacios públicos de bienvenida. Innovador e inspirador, muestra cómo la mejor arquitectura puede mejorar la vida de la gente", señala el fallo. "Ningún logro es individual. La arquitectura es una disciplina colectiva. Por eso pensamos, con gratitud, en todas las personas que han contribuido a dar forma a una enorme diversidad de fuerzas en juego", afirmó Aravena al serle comunicado el galardón. "El prestigio, el alcance, el peso del premio es tan grande que esperamos usar este momento para explorar nuevos territorios, hacer frente a nuevos desafíos y adentrarnos en otros terrenos de acción", agregó el arquitecto, en nombre del colectivo ELEMENTAL, que él dirige en Santiago y que se centra en proyectos de impacto social e interés público.

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