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La Alhambra, en París

  • Daniel Buren muestra en el Grand Palais una instalación monumental de círculos coloreados transparentes sobre pilares basada en un dibujo del palacio nazarí

El artista francés Daniel Buren llevó ayer la Alhambra de Granada al Grand Palais de París con la creación Excentrique(s) travail in situ, inspirada en ese palacio español y que acaba de concluir para la exposición Monumenta 2012. Se trata de una exhibición de carácter monumental, como sugiere su título y el lugar donde se asienta, que este artista, una de las figuras francesas que goza de mayor reconocimiento internacional, llenó hasta el próximo 21 de junio de círculos coloreados transparentes sobre pilares longuilíneos blancos y negros.

En su presentación a la prensa, Daniel Buren, de 74 años, dijo haber querido trabajar con la luz, reinante bajo la inmensa bóveda acristalada del Grand Palais, y para ello aseguró haber encontrado su inspiración definitiva en un dibujo del siglo X procedente de la Alhambra.

En su Excentrique (s), Buren utilizó ese dibujo "que es una fórmula extraordinaria que permite cubrir el máximo de una superficie con círculos de cinco diámetros diferentes, siempre proporcionales entre sí", explicó a un grupo de periodistas.

"Como se puede ver aquí", esos discos dejan "por todas partes un único espacio vacío, una especie de triángulo curvo, que es el mínimo posible y siempre idéntico, destacó.

Al ver ese dibujo de la Alhambra, incluido en una serie de obras árabes de mezquitas y otros edificios similares, redescubiertas en el siglo XIX, Buren dijo haber comprendido que "el círculo era casi una obligación" en el Grand Palais, donde "todo es redondo", ya que sin duda su arquitecto lo dibujó "con un compás".

La dificultad intrínseca de "colocar círculos" quedó así resuelta con la disposición de esos cinco discos que se yuxtaponen y repiten sobre no importa que superficie, "pequeña como la página de un libro, grande como aquí, o mucho más grande aún", destacó.

Teniendo en cuenta, claro, "que en cuanto se cambia el diámetro de uno de los círculos hay que cambiar el de todos los demás", añadió.

Convencido de que toda obra está en "ósmosis" con el lugar para el que fue creada, Buren dijo asimismo que quiso "esculpir" el espacio y el aire situado entre ese famoso tejado transparente de París, construido a 45 metros de altura, y los 350 discos de plástico transparente rojo, azul, verde y amarillo que él colocó a 2,8 metros del suelo.

Con ellos ocupa una superficie total de 6.000 metros cuadrados, como un etéreo bosque de colores traslucidos en el interior de los 13.500 metros cuadrados del edificio, cuyas tonalidades cambian según el momento del día en el que se contemple, y que de noche, aseguró el artista, conforman "otra obra diferente".

Antes de llegar a su idea final, Buren barajó diferentes posibilidades para apropiarse del Grand Palais, todas ellas irrealizables por limites estrictos de montaje, para el que sólo disponía de un máximo de siete días y de desmontaje, realizable en no más de tres.

Esos son los mismos límites impuestos en ediciones anteriores a sus antecesores, el británico de origen indio Anish Kapoor, el también francés Christian Boltanski, el estadounidense Richard Serra y el alemán Anselm Kiefer.

Buren abandonó así su idea inicial de colorear directamente el techo acristalado del edificio, plasmada todavía en parte en la cúpula central, coloreada de azul, como se reflejará hasta el 21 de junio en un conjunto de espejos también circulares colocados en el suelo.

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