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Anatomía de un nuevo canon

  • Convocados por la revista 'Caimán', 350 críticos, profesores y expertos han votado a 'Viridiana' como la mejor película española de todos los tiempos

No era difícil prever que Viridiana (1961) y El espíritu de la colmena (1973) iban a ser consideradas, por ese orden, las mejores películas de la historia del cine español. Incluso los dos críticos del Grupo Joly, ambos participantes en la encuesta de la revista Caimán, cuadernos de cine que ha reunido a 350 expertos y profesores, entre ellos algunos especialistas extranjeros, han coincidido (también en Plácido y Canciones para después de una guerra) en los filmes de Buñuel y Erice, que se alzan, con 227 y 207 votos respectivamente, como los preferidos por la mayoría.

Le siguen, en una primera selección de 10 títulos sobre los 100 de la lista, El verdugo (1963) y Plácido (1961), de Berlanga, Arrebato (1980), de Zulueta, La caza (1966), de Saura, El Sur (1983), de Erice, El extraño viaje (1964) y El mundo sigue (1965), de Fernán-Gómez, y El desencanto (1976), de Chávarri, lo que arroja, grosso modo, que Berlanga, Erice, Buñuel, Almodóvar y Fernán-Gómez son los cineastas más apreciados (Saura, Zulueta, Bardem y Guerin se suman a este orden), que la década de los 60 es la que mejores obras concentra y que la selección marca una frontera de distancia histórica a comienzos de los 80 para asentar sus prioridades y deja de lado prácticamente toda la producción muda, incluido al ilustre pionero Segundo de Chomón.

El cine español conforma así un nuevo canon oficial que no difiere mucho del resultante de otras encuestas previas aunque sí lo expande, enriquece y matiza. Si en 1992 la revista Dirigido por colocaba en cabeza y con los mismos puntos a El verdugo y Viridiana sobre una muestra de 39 votantes, un mismo resultado habría de repetirse tres años más tarde en la cuestación realizada por Nickelodeón, esta vez ya con 100 participantes. En ambos casos, El espíritu de la colmena obtenía el tercer puesto.

Llega ahora el tiempo de los análisis y las lecturas desde perspectivas múltiples (décadas, géneros, estéticas, ideologías, periodos históricos, desproporcionalidad entre hombres y mujeres...), el tiempo de las estadísticas, las tendencias o las anécdotas, de la valoración de presencias (la persistencia de Saura, con seis títulos, se nos antoja hoy harto problemática), ausencias más o menos flagrantes (Gil, Arévalo, Mariscal, Diamante, Eloy de la Iglesia, Drove, Arrietta, Regueiro, Llorca...), sorpresas agradables (Bartolomé, Llobet-Gràcia, Serrano de Osma) y no tanto (Garci, Trueba, Armendáriz, Amenábar, Coixet, Bollaín, Del Toro, Medem, Berger), también de drásticos cambios de apreciación de algunos autores hasta no hace mucho en muy alta consideración crítica (pienso en Gutiérrez Aragón, Aranda o Suárez) o la constatación de la entrada de nombres asociados al último y otro cine español (Lacuesta, Serra o Vermut).

Por ejemplo, es bastante revelador que sólo dos filmes (y muy tardíos) del periodo mudo hayan conseguido entrar en la lista: a pesar de sus dos versiones y sus 18 votos, La aldea maldita (1930), de Florián Rey, parece quedar ya demasiado lejos en la memoria. El caso de Un perro andaluz (1929), de Buñuel, tiene otro enfoque, y es que si bien es una cinta que cultural y autoralmente plantea pocas dudas respecto a su nacionalidad, en términos administrativos y de producción se trata de una película 100% francesa. Se trata además del filme más veterano de la lista junto al de Rey y a Las Hurdes/Tierra sin pan (1933), también de Buñuel. En relación a este asunto de la nacionalidad oficial, resulta interesante señalar que un título como Campanadas a medianoche (1965; puesto 22), de Orson Welles, ha sido considerado por muchos votantes como un filme español, gracias a la coproducción de Emiliano Piedra.

Por el otro lado del calendario, El sol del membrillo (1992), de Erice, es el filme más reciente colocado en mejor posición, la decimocuarta, seguido por otro documental de creación, Tren de sombras (1997), de Guerin, en el puesto 21, y Hable con ella, la tercera de las seis películas de Almodóvar que aparecen entre las 100 primeras. Muy relevante me parece el hecho de que las tres películas que conforman el magistral Tríptico elemental de España (1953-1995) de José Val del Omar, Fuego en Castilla, Aguaspejo granadino y Acariño galaico, hayan llegado hasta el decimosegundo puesto. A uno le gusta fantasear con la posibilidad de encontrarlo incluso más arriba, lo que sin duda obligaría no sólo a su (re)descubrimiento, sino a repensar y reescribir la historia del cine español lejos del canon industrial que ha marcado su gran relato, incluido el de esta encuesta, no digamos ya su apreciación cultural y popular.

Junto a los de Buñuel, Portabella (Vampir-cuadecuc en el 37, Umbracle en el 45), Viota (Contactos, en el 62) y algunos documentales (Jordá, Esteva, Guerin, Álvarez), los filmes del cineasta granadino asientan la veta más decididamente experimental de nuestro cine en una tradición que, en esta lista, apenas ha tenido representación con el filme-pintado de Sistiaga Ere erera baleibu izik subua aruaren (1968-1970, puesto 58).

Otra de las posibles lecturas de esta lista podría hacerse en clave regional o autonómica. En ese caso, el cine andaluz arroja datos para el optimismo chovinista e institucional: La Isla Mínima (2014), de Alberto Rodríguez, no sólo es la más reciente junto a Magical Girl de todas cuantas aparecen, sino también la mejor situada (puesto número 76). Pero casi al final aparecen también otros dos títulos hechos en Andalucía por cineastas andaluces: Solas (1999), de Benito Zambrano, en la posición 95, y Vivir en Sevilla (1978), de Gonzalo García Pelayo, en la 97.

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