El artista mallorquín Miquel Barceló mostrará por primera vez en España las piezas de su última exposición, Obra africana, a partir del próximo 11 de noviembre en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, donde permanecerán instaladas las obras hasta el 15 de febrero de 2009.

Esta exposición cuenta con piezas que se muestran por primera vez, como algunas de sus obras en papel, pinturas de pequeño y gran formato, esculturas, cerámicas y libros de bocetos, han informado fuentes del CAC Málaga.

Todas estas obras tienen como denominador común la relación que mantiene Barceló con África occidental, un lugar que supuso un punto de inflexión en su carrera y que le sirve de inspiración constante, como lo demuestran los temas de sus creaciones.

Lo que atrae al artista no es lo exótico de esa zona, sino la vida cotidiana de sus habitantes, que presenta en una serie de retratos, escenas domésticas, paisajes y naturalezas muertas.

Barceló experimenta con los pigmentos y las tierras locales para producir colores intensamente profundos, que dan a su trabajo una gran viveza.

Las superficies irregulares de sus cuadros muestran la fascinación del artista por la belleza del paisaje africano, y algunas piezas presentan incluso una cubierta de polvo consecuencia de las tormentas de arena o agujeros causados por las termitas.

Además, la exposición presenta varios trabajos de gran formato que, sin haber sido producidos en África, están vinculados a su experiencia en dicho continente.

Barceló, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2003 y Premio Nacional de las Artes 1986, es uno de los artistas españoles más reconocidos nacional e internacionalmente desde los años 80, cuando su firma llegó a ser una de las más cotizadas.

Inclinado hacia la pintura desde niño y ayudado por el ambiente familiar, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca y a los 16 años se instaló en Barcelona, donde sobrevivió vendiendo camisetas serigrafiadas.

Después estudió Bellas Artes en la Escuela de Barcelona, carrera que dejó en 1975 al perder interés, y comenzó a pintar, pero vivía de otros trabajos.

El reconocimiento internacional llegó a Barceló en la Bienal de São Paulo de 1981 o en la Documenta de Kassel (Alemania) de 1982, muestra con la que su firma se revalorizó y fue seleccionado para la Bienal del París de 1985.

Le siguieron exposiciones tanto en España como en el extranjero, mientras sus cuadros pasaban a ser demandados por los principales museos y galerías de Europa y EEUU.