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Bienvenido Mr. Pickett

El pasado viernes pudimos asistir a un concierto memorable; lo fue por muchos motivos, y el primero era que se programaba la Misa en Si menor de Bach, una obra monumental cuyas dimensiones y contenido la señalan como una de las partituras más singulares de toda la historia de la música. Pero también marcó la diferencia el contar nuevamente en escena con la Orquesta Ciudad de Granada y el Coro OCG, un binomio que está demostrando funcionar muy bien. Y para culminar este listado de bondades, hay que destacar igualmente la presencia de Philip Pickett, un director de lujo que supo imprimirle a la partitura de Bach su particular y acertado sello.

La visita de Philip Pickett ha sido bienvenida, no sólo porque es un acierto atraer a uno de los directores más destacados en lo que a música antigua se refiere para dirigir a nuestra orquesta, sino también porque bajo su dirección el conjunto de intérpretes que estaban a su cargo ofrecieron una magnífica versión de la Misa en Si menor. Para empezar, el empaste entre orquesta y coro y el equilibrio de los elementos tímbricos y las voces solistas fueron perfectos. Está claro que un instrumento casi perfecto como la OCG suena mejor en las experimentadas manos de un maestro como Pickett.

El quinteto solista estuvo, en general, a un buen nivel interpretativo, si bien el barítono Iñaki Fresán adoleció de potencia vocal para las agilidades en los graves que la partitura de Bach requiere. Delicioso fue el dúo de las sopranos Joanne Lunn y Blandine Staskiewicz, ambas de voz suave y timbrada, en el Christe eleison, donde estuvieron arropadas por las cálidas cuerdas de la orquesta. La primera soprano, junto al tenor Marck Tucker, volvieron a transportarnos a una atmósfera etérea en el dúo Domine Deus, esta vez secundados por Juan Carlos Chornet a la flauta. Particular mención merece la prodigiosa voz del contratenor Jordi Domènech; con una voz ligera y de enorme belleza en la construcción de la línea melódica, cabría destacar su intervención en el aria Qui sedes ad dextram Patris, donde Eduardo Martínez dibujó a la perfección el contrapunto marcado por Bach, o en la primera parte del Agnus Dei.

Mención especial merece el Coro de la OCG, formación dúctil en su interpretación y elegante en escena que abordó con gran profesionalidad el reto de interpretar esta partitura. De los veintiséis números que tiene la obra, diecisiete están a cargo del coro. Bach derrocha inventiva y versatilidad en este conjunto de números corales, en los que mezcla el más intrincado contrapunto con técnicas de stilo antico. Por este motivo, el papel del coro es decisivo, ya que sobre él recae buena parte del peso interpretativo. El coro de la OCG estuvo, sin lugar a dudas, muy acertado en todas y cada una de sus intervenciones. Su proyección hacia la sala estuvo bien calibrada y su fusión con los demás efectivos sonoros estuvo siempre guiada por el buen gusto, sin que su presencia dejase de estar patente. Con una dicción precisa y clara, con una agilidad sorprendente ante el contrapunto más complejo y con una riqueza de armónicos en las notas tenidas, podemos decir sin lugar a dudas que el Coro de la OCG mantuvo la altura interpretativa marcada por la orquesta de quien toma su nombre.

Con toda esta mezcla de parabienes, el resultado fue emotivo y gratificante al mismo tiempo. Con sentimientos encontrados, entre la congoja espiritual y la alegría más hedonista del disfrute pleno, no podemos más que decir: Gracias, Mr. Pickett.

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