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Blanca deriva de una idea pura

EEUU, 2007, Thriller. 88 minutos. Director: Renny Harlin. Intérpretes: Ed Harris, Samuel L. Jackson, Eva Mendes, Luis Guzmán, Maggie Lawson , Keke Palmer. Guión: Matthew Aldrich. Cines: Kinépolis.

Pocas películas se han visto recientemente que empiecen tan bien, sigan tan regular y desde su mitad se hundan tan hondo en lo previsible no realzado por gracia estilística alguna. La figura escogida -sobre cuya realidad se emitió un espeluznante documental televisivo hace un par de años- son los limpiadores que minuciosamente arreglan, limpian y desinfectan las casas en las que se ha producido un fallecimiento, ya sea por causas naturales o violentas. Además de que en muchos casos esta no grata tarea puede ser útil, responde a la obsesión por la asepsia y por distanciarse de la muerte que los Estados Unidos han importado al resto del planeta. No todo el mundo tiene la delicadeza de morirse en un hospital (a ser posible recluido en una UCI) para reaparecer maquillado en un tanatorio (¿recuerdan la novela de Evelyn Vaugh Los seres queridos, llevada al cine por Tony Richardson?). Hay quien tiene la impertinencia de morirse en su casa. Y quien además lo agrava con la desfachatez de dejarse asesinar, poniéndolo todo perdido. Para solucionar el primer (muerte natural) o segundo (crimen) supuesto -especialmente para este último caso- existen las empresas de "limpieza" que intervienen una vez que la investigación policial ha analizado el escenario del crimen. Cuando terminan su trabajo no queda el más minúsculo rastro del crimen ni el más minimo resto de la víctima.

Samuel L. Jackson (tal vez importado desde Pulp Fiction por aparecer allí la versión ilegal del limpiador que encarnaba Harvey Keitel) es aquí un cleaner concienzudo -con el conveniente pasado atormentado que reaparecerá cuando el guión lo exija- que se ve cogido en la trampa de su perfeccionismo profesional. Porque al limpiar uno de esos escenarios sangrientos borra las huellas de un crimen no denunciado a la policía que le será imputado a él.

Podría achacarse el mal resultado de esta buena idea a la errática carrera y difusa personalidad del realizador Renny Harlin (La jungla 2, La isla de las cabezas cortadas, Memoria letal, Deep Blue Sea, Driven, etcetera). Pero sería injusto. Es en el guión de Matthew Aldrich donde están los problemas que Harlin no sabe superar en la realización. Aldrich es un hijo de estos tiempos: formación universitaria en la UCLA, miembro del Actor's Studio de Los Angeles, participante en talleres de guión del Sundance Institute... Es decir: la nada académica posmoderna. La prueba está en este primer guión que despilfarra una buena intuición (centrarse en la figura del limpiador) y una buena idea inicial (convertirlo en víctima de su pericia) a causa de un torpe desarrollo que administra mal los tiempos narrativos, incurre en convencionalismos previsibles y presenta situaciones mil veces vistas. Renny Harlin lo agrava todo con una realización mecánica. Jackson es, con perdón, uno de esos actores-caballo que actúan según como los monte el director. En este caso, mal montado, se repite a sí mismo. Ed Harris da caché a un convencional personaje secundario. Eva Mendes pasaba por allí. Con razón esta película de 2007 ha tardado dos años en cruzar el Atlántico. También podía no haber llegado. O, mejor, haber pasado directamente a la tele.

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