Muestra Una treintena de lienzos en 'Reality show'

Brutcher eleva los miedos al plano de la pintura

  • El Centro Medina Elvira acoge una exposición de la artista norteamericana que retrata a base de simbolismos las tragedias que padece la sociedad moderna en la actualidad

La soledad, la tragedia, la mendicidad y la discriminación a la mujer ya no sólo forman parte de las parrillas de los informativos o las páginas de los periódicos, hasta las galerías de arte son partícipes de los problemas que acusan la sociedad actual. Para mostrarlo, la artista norteamericana Teresa Brutcher utiliza el lenguaje que domina, la pintura, para expresar sus ideas, miedos y preocupaciones.

Con los aires de la pintura de Pearl Stein o Edward Hopper, dos ilustres autores estadounidenses que han destacado por su expresión realista de la sociedad, Brutcher ha canalizado su creación a la par de estas dos figuras aportando un estilo propio muy alejado de las corrientes académicas. Escenas de una vida cotidiana manipuladas como si de un titiritero se tratara, la artista hace un juego de elementos donde las figuras humanas protagonizan los lienzos y se acompañan de otros objetos que completan la historia del cuadro. Y es que para la artista cada pieza narra un cuento, una historia que viene a descifrar un sentimiento o una situación que reivindica. Con una plantilla universal se encarga de transmitir momentos de la vida donde unos personajes reflejan a través de simbolismos la soledad y la tragedia del mundo urbano. Elementos como una simple maleta que en Maternidad pretende aludir a "lo poco" que una persona mayor necesita para sobrevivir durante el resto de su vida, mientras que "necesita de una protección como la que cualquier ser humano adquiere cuando llega al mundo". Se repite un viacrucis en El cuerpo del deseo o A rose by another name, un objeto que llama la atención y lo utiliza para aportar movimiento y la sensación de "un cuadro dentro de otro, en el que no se distingue lo que es real o no". Forma parte de la ambigüedad a la que recurre la autora, como un tratamiento de la afectividad. Asimismo sirve como ingrediente para acercarse al papel que ejerce la mujer en las distintas culturas. Éste es uno de los temas que trata en su obra, el maltrato a la mujer, con cuadros como en el que retrata las manos ensangrentadas de un hombre que ha arrancado los pétalos de un margarita, Me quiere, no me quiere. "Son ideas que no se pueden susurrar y que algunas veces cuesta mirar", explica, por ello recurre a los colores intensos, "para aliviar las tensiones y paliar lo trágico".

De la misma manera busca el impacto con el color, una forma de llamar la atención del público. Lo consigue a través de los contrastes de luz y de sombras que cargan de fuerza las historias. Las tonalidades azules y rojas resaltan en cada una de sus piezas, aunque Brutcher confiesa que no guarda ningún simbolismo. El conjunto de colores, contrastes, equilibrios y estéticas conforman la idea global de sus pinturas, "no sólo es importante el concepto en sí", explica, "busco agradar por encima de todo". Son en definitiva, "sus monstruos", los que deja escapar a través de los cuadros.

Teresa expone su trabajo en el Centro Cultural Medina Elvira de Atarfe, una colección de 31 cuadros de gran y mediano formato, bajo el título Reality show en la que reúne piezas inéditas y otras que forman parte de colecciones privadas que ha rescatado para esta ocasión, de Australia, África, Estados Unidos o Portugal. La artista norteamericana confiesa estar ligada a los grandes formatos porque de esa manera se siente parte del cuadro: "es como mantener una conversación con los personajes". Suele trabajar con óleos, antes ha practicado técnicas como el grabado o el dibujo a lápiz, "como un reclamo a un medio humilde". El lienzo es el soporte sobre el que plasma las imágenes realistas que prescinden de marco para otorgarle mayor fuerza.

La exposición, que se podrá visitar hasta el próximo 3 de julio, es la segunda muestra que la autora trae a Granada después de haber llevado su obra a galerías de Estados Unidos, Portugal y España. Natural de Phoenix, California, estudió Bellas Artes y más tarde llegaría a Madrid para finalizar su carrera. Actualmente está afincada en Pontevedra, donde dedica todo su tiempo a la pintura, el medio que ha elegido como terapia para desprenderse de sus miedos y hacer frente a la realidad que le rodea.

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