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Las Buenas Letras tienen alma

  • Las figuras de dos granadinos que lucharon por la libertad, Mariana de Pineda y Federico García Lorca, son los ejes del discurso de ingreso de Antonina Rodrigo en la Academia

"Promover el estudio y cultivo de las buenas letras, estimulando su ejercicio, y contribuir a ilustrar la historia de Granada y de España". Estos son los fines que la Academia de las Buenas Letras de Granada establece en sus estatutos y que, desde el pasado 1 de diciembre, ayudará a conseguir la escritora granadina afincada en Barcelona Antonina Rodrigo, que ese día ingresó en la institución como académica correspondiente en su ciudad de residencia con un discurso titulado La persistencia de la memoria.

Ya en las primeras palabras, Rodrigo apuntaba su voluntad de homenajear a Mariana de Pineda y Federico García Lorca, "dos amores míos con los que crecí", aunque inmediatamente añadía que debía declarar otro amor: Granada, "pero Mariana y Federico son la esencia misma de esta ciudad nuestra". A estos primeros amores confesados unía también a Margarita Xirgu y Salvador Dalí, actriz y escenógrafo, pues fueron "los artífices de que Mariana de Pineda alcanzara el solio de los escenarios como bandera de la libertad", en referencia a la puesta en escena de la obra lorquiana sobre la heroína.

Tras esta primera aproximación a las personas y los personajes que inspiran su vida y su obra, Rodrigo no olvidó a Cataluña, la tierra en la que vive desde 1970, "sin haber perdido nunca la querencia y el nexo con mi tierra" porque fue escenario para la expansión artística y personal de Lorca.

Para evitar el olvido, "una secuela ineludible del paso del tiempo", la escritora hizo en su discurso un repaso de la "siniestra España absolutista" de Fernando VII que dictó la muerte de Mariana de Pineda a garrote vil, pero que no pudo "silenciar su voz transgresora". Una época oscura -la Década Ominosa- en la que la Iglesia recuperaba sus privilegios y se instauraban juicios sumarísimos en los que eran condenados al patíbulo "los que se declaren contra los derechos del rey o a favor de la Constitución".

Es en esa época cuando se inicia el compromiso de Mariana y se involucra en un mundo llamado "de hombres", ya que entonces las mujeres estaban marginadas de los asuntos públicos, pero figuras como la suya, "y la de otras 'marianas' granadinas, desafiaron con voz y gesto propio la maraña de oscurantismo y vacío cultural, como precursoras de un feminismo inexistente", apuntaba Antonina Rodrigo.

Con un resumen de lo que fue su vida de "militante" contra ese régimen de terror llega la académica al 13 de marzo de 1831, cuando la policía hace una inspección en casa de Mariana y encuentra una bandera "subversiva" con los lemas a medio bordar Libertad, Igualdad y Ley, lo que finalmente centraría su sentencia de muerte. Desde el primer interrogatorio al que se sometió, asumió la causa liberal y hasta el último momento el juez mantuvo la permuta de indulto a cambio de los nombres de los liberales granadinos, explicaba Rodrigo, quien añadía que Mariana se altera con la proposición del juez: "Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ánimo para arrastrar el trance fatal. Prefiero sin vacilar una muerte gloriosa a cubrirme de oprobio delatando a persona viviente".

Al conocer la sentencia, firmada por el rey, Mariana afirmó: "El recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas del mundo". Y así fue. Tras la ejecución, que tuvo lugar el 26 de mayo de 1831 en el Campo del Triunfo, frente al silencio oficial tuvo "cronistas de excepción", ya que viajeros románticos divulgaron la noticia allende las fronteras, narraba la autora.

Dos años más tarde falleció Fernando VII, momento en el que la figura de la heroína liberal es "exaltada y adquiere pujante vitalidad literaria, musical y plástica" hasta que se estableció la conmemoración del aniversario del día de su ejecución como 'fiesta de la Mariana', preludio de las fiestas del Corpus.

"En un país tan milagrero como el nuestro, la devoción y el fervor que llegó a inspirar la figura de Mariana de Pineda le adjudicaron milagros, que las buenas gentes divulgaban conmovidas", explicaba Antonina Rodrigo, que añadía en su discurso libros, obras musicales y todo tipo de manifestaciones que se hicieron en memoria de la figura de Mariana.

Así hasta llegar al siglo siguiente, donde"los niños aprendieron la historia cainita de la España fernandina jugando al corro, entonando los romances de la triste historia de Mariana. Uno de esos niños era Federico García Lorca" que, según explicaba Rodrigo, "evocó su idealizada visión infantil" de la heroína.

Ya de adulto, se acercó a la figura legendaria que tanto le atraía de niño y esta historia se convirtió en el primer drama escrito por García Lorca, Mariana Pineda. Romance popular en tres estampas que, tras diferentes avatares, acabó estrenando una "excepcional y valiente intérprete", Margarita Xirgu.

"Los granadinos siempre estaremos en deuda con Margarita Xirgu", afirma Antonina Rodrigo, porque fue "la piedra angular del teatro lorquiano: intuitiva, pasional, de grandes recursos creativos".

En opinión de la escritora granadina, la actriz dio aliento a "esa coral de mujeres marginadas por la opresión generada por estructuras sociales y formas de vida anquilosadas que Lorca denunció repetidamente", ya que estrenó e interpretó gran parte de las heroinas lorquianas: Mariana Pineda, la Libertad; La zapatera prodigiosa, la ilusión; Bodas de sangre, lo atávico; Yerma, la esterilidad; Doña Rosita la soltera, la sumisión; La casa de Bernarda Alba, la opresión, según especificó en su discurso.

A Mariana, Federico y Margarita también se une en el recuerdo de Antonina Rodrigo la figura de Salvador Dalí, quien hizo la escenografía y el vestuario de la obra bajo las directrices del propio Lorca. La obra se estrenó en Barcelona en 1927 y después en Madrid. A Granada llegó en 1929.

El propio Federico declaró entonces, según recoge Antonina Rodrigo: "Margarita ha cumplido su deber de actriz llenando con su voz y su gesto apasionado la bella sombra desgraciada, médula y símbolo de la libertad".

Tras el asesinato de Lorca en agosto de 1936, "su identificación con Mariana de Pineda surge institiva en la opinión pública, hasta alcanzar la dimensión de símbolos de la Libertad". "Los dos, Mariana y Federico, fueron víctimas de una sociedad retrógrada, que se perpetúa de un siglo a otro, síntoma muy grave, reflejo del decadente estado de conciencia política del país", concluye Rodrigo.

Para finalizar su discurso, Antonina recuerda que durante veinte años los restos de Mariana tuvieron un "peregrinar gloriosamente errante" por las calles de Granada hasta que el cabildo aceptó como lugar preeminente la criptaen la bóveda central del templo catedralicio, donde permanecen. "En cambio -se lamenta- Federico García Lorca, el poeta dramaturgo, el más fiel amante de Mariana de Pineda, el que la elevó a los escenarios del mundo para que todos conocieran su inmarchitable historia de amor y compromiso por la libertad, todavía busca su sepultura".

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