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Al Carlos V le sienta bien el tango

  • Éxito arrollador del arte mestizo del cantaor Miguel Poveda y el tanquero Rodolfo Mederos

Muy calurosa noche la que ayer deparó el Festival, y no sólo por la altísima temperatura que se registraba en un Carlos V lleno hasta la bandera sino, sobretodo, por la cálida acogida que el público brindó al espectáculo. Perfecta la adaptación del cantaor al ritmo, al sentido y hasta a la mímica del tango. Impecable la actuación de Mederos y su orquesta. Y el público, rendido, aplaudió y dio bravos a los artistas durante el largo espectáculo de más de dos horas.

Poveda y Mederos ofrecieron ayer un espectáculo fronterizo, ida y vuelta entre las músicas populares, pero sin confundir los géneros, por más que tango y flamenco tengan cosas en común, desde la truculencia a veces de las letras hasta la manera sublime de emocionarnos con el dolor de la ausencia o el amor. Cantaores antiguos como Marchena o Chacón cantaron tangos, y tangueras como Susana Rinaldi han interpretado Te lo juro yo o La bien pagá. Sin embargo ya habían dicho los artistas que la fusión es confusión, y lo que hicieron ayer fue acompañarse pero sin salirse cada uno de su terreno. Poveda, como no podía ser de otra forma, aflamencó los tangos sin perderles el respeto, Mederos y su orquesta mantuvieron la fidelidad a su tradición musical, sin concesiones al flamenquismo. Juntos los artistas lograron intensos momentos de arte y emoción en un concierto que patrocinaba Gas Natural Fenosa y que estuvo formado por el repertorio de los años dorados del género, entre 1935 y 1960, con tangos a veces muy conocidos y otras no tanto, y el escuálido programa del concierto no traía los títulos ni el orden de interpretación. Detalle sin importancia, pues el respetable disfrutó enormemente de los temas sin distinción. La gran incógnita de la noche, comprobar si ese templo del sinfonismo y de memorables recitales siempre de música culta que es el Palacio de Carlos V se adaptaba bien a una orquesta y una voz de música popular, la resolvió el público con sus imparables salvas de aplausos a lo largo de todo el recita, con sus bravos y hasta en algún momento jaleando a los artistas.

Poveda, exhibiendo un tremendo poderío y un enorme conocimiento de aquellos géneros en los que le gusta introducirse para experimentar con ellos, no olvidó su condición de cantaor y en un par de ocasiones se arrancó por cante jondo para el deleite de los asistentes. Fue, ciertamente, una noche memorable para los amantes del tango y para los admiradores de este cantaor que sabe muy bien lo que quiere hacer y que disfruta haciéndolo. El calor de la noche sirvió para darle un regusto más a una actuación que quedará en la memoria de muchos.

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