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Cátedra propone un viaje hacia la luz verbal de García Baena

  • El cordobés se incorpora a la colección Letras Hispánicas con 'Mientras cantan los pájaros', una amplia antología de su obra poética

Los pájaros siguen cantando en el verbo de Pablo García Baena, que accede ahora a un nuevo ámbito de proyección: la colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra, que acaba de publicar una amplia antología de su obra (con un poema inédito: El verano) al cuidado de Felipe Muriel que se suma a otras expediciones de los últimos años como En la quietud del tiempo (Renacimiento) o Rama fiel (Universidad de Salamanca). Con poetas de su dimensión cada acercamiento, cada exploración es pertinente. Todo suma y todo, de alguna manera, ilumina.

El germen de este proyecto, explica el antólogo, está en el homenaje que el IES Séneca, del que es profesor de Lengua y Literatura, realizó al poeta hace varios años. Muriel y sus compañeros Ángel Ojeda, María Dolores Ansio y Eugenio Alemay elaboraron "un cuadernillo que reunía una selección de poemas del autor con ilustraciones y variaciones textuales de los alumnos". "El interés que ya sentía por la obra de Pablo aumentó durante la confección y posterior publicación de ese cuadernillo -afirma-. El día en que fui a entregarle unos ejemplares le planteé la posibilidad de hacer una edición anotada de su obra y accedió. Después vinieron meses de trabajo, charlas con él, consultas en bibliotecas, hemerotecas…". El resultado es una obra de casi 500 páginas que "aporta dos novedades fundamentales: la primera, se trata de una edición con notas, pensada para facilitar a los lectores un acercamiento al universo poético de García Baena; la segunda, el medio escogido, una prestigiosa editorial con amplia difusión en el mundo hispánico, que cuenta con un excelente catálogo de poetas clásicos y modernos. Este volumen viene a reparar una llamativa ausencia".

Muriel señala que, "aunque el libro cuenta con una generosa introducción, que ayuda a comprender aspectos esenciales de la obra" del cordobés, su "consejo" es "no rehuir el enfrentamiento personal con los textos; es necesario dejarse deslumbrar por su palabra, conmoverse con el pathos de sus versos; luego, si nos apetece, podemos acudir a las muletas para confrontar nuestras impresiones de lectura".

El experto subraya que "como todo gran autor, la poesía de Pablo se resiste al fácil etiquetado: puede ser al mismo tiempo barroca, manierista, modernista, decadentista, clásica… Desde los deliciosos cuadernos manuscritos de principios de los 40 hasta los últimos poemas de Los Campos Elíseos (2006) ha concebido la creación como rapto. Él insiste en que la inspiración regala la primera palabra; luego viene el trabajo paciente y sin prisas como el de un orfebre hasta lograr la forma exacta. Además, para Pablo vida y poesía están unidas de manera que su obra completa es un diario íntimo. Él parte de sus actos cotidianos y el reto consiste en que las emociones respondan a deseos y sentimientos universales y alcancen un elevado voltaje lírico. Pablo García Baena es, sin duda, uno de los grandes renovadores del lenguaje poético de la segunda mitad del siglo XX".

El autor de Antiguo muchacho "y sus compañeros de Cántico recuperan para la poesía española una escritura basada en la memoria sensitiva. La poesía de Pablo es una constante apelación a los sentidos y, en particular, a la vista. Decía Luis Cernuda que mirada y palabra hacen al poeta. Las estampas infantiles, las láminas de Historia Sagrada, la liturgia católica, la naturaleza, el cine, Córdoba..., constituyen el imaginario del que se nutren sus poemas".

Respecto a la evolución en la trayectoria del premio Príncipe de Asturias, Muriel anota que "aunque se suelen distinguir dos etapas en su trayectoria, la de formación hasta Mientras cantan los pájaros (1948) y desde Antiguo muchacho (1950) la de madurez, todos sus libros son un solo libro. Tomando como centro el mundo interior del poeta, sus obras profundizan en los temas esenciales de la memoria, los viajes, los amigos, los libros, la religión, el amor…". Así, "sus primeros poemas evocan el edén perdido de la infancia. En Calle de Armas, por ejemplo, la descripción de las labores cotidianas de barberos, relojeros, latoneros se altera con la irrupción del universo mítico. El joven sátiro y Junio coronado de adelfas sugieren el despertar de los sentidos al amor. Esas alusiones a la tradición grecolatina coexisten con las cristianas. Unas veces, paganismo y cristianismo se oponen en libros como Junio (1957), que es un canto al amor pleno, y Óleo (1958), que supone el retorno a la religiosidad tras la conciencia de culpa; otras, esas tradiciones se confunden en poemas como Viernes Santo de Antes que el tiempo acabe (1978), donde la pasión de Cristo y la pasión amorosa se entrelazan".

Muriel añade que "junto a ese claroscuro barroco, la obra de Pablo está llena de referentes culturales que se integran dentro de la experiencia estética. Para evitar el confesionalismo de la escritura romántica cultiva el monólogo dramático. Nuestro autor toma de la Historia personajes y situaciones que actúan como correlato objetivo de sus sentimientos: recordemos los bíblicos de la hija de Jefté y Verónica, el mito de Narciso o la figura de Góngora".

Un poeta cuyo legado es revisado decisivamente en los 70: "Todos esos rasgos de esteticismo, culturalismo y primacía del lenguaje volverán a ser asumidos" por las voces de "Carnero, Gimferrer, Villena, Cuenca y Colinas", entre otros. Un reconocimiento que, "tras años de silencio y olvido, estimulará que renazca la pasión por la poesía y Pablo escriba algunos de sus mejores libros".

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