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Cernuda en España

  • El traductor, ensayista y poeta Antonio Rivero Taravillo da a conocer la primera parte de su excelente biografía, entre 1902 y 1938, sobre el gran poeta sevillano

Parecía que la celebración hace unos años del centenario de Luis Cernuda, que propició un buen número de valiosas publicaciones en torno a su vida y obra, lo había dejado todo dicho, pero lo cierto es que seguía faltando, pese a las aportaciones de Emilio Barón, Jordi Amat o Luis Antonio de Villena, una biografía exhaustiva que recogiera y ordenara toda la información disponible. A ello se ha aplicado el traductor, ensayista y poeta Antonio Rivero Taravillo, que ha obtenido el prestigioso premio Comillas por la primera entrega de esta excelente biografía donde abarca el itinerario de Cernuda hasta su definitiva salida de España, rumbo a la Inglaterra que le reveló a Eliot. Siempre ayuda conocer la vida del hombre para entender cabalmente el sentido y la evolución de su escritura, pero tiene razón el autor cuando afirma que hay casos en que ésta aparece hasta tal punto condicionada por aquélla que se hace obligada una atención especial a las circunstancias que alientan detrás de la obra. En efecto, la complicada peripecia vital del poeta sevillano está indisociablemente vinculada a su propuesta estética y moral, y de ahí la oportunidad de una aproximación concienzuda que parte de una profunda familiaridad con la poética de Cernuda y arroja no poca luz sobre su singularidad irreductible.

Lo primero que hay que destacar de esta biografía es la claridad de su exposición y el modo admirable en que su autor ha manejado la ingente documentación acumulada para darnos un relato ameno que no se ahoga en la erudición ni renuncia a interpretar, dejando claro lo que corresponde a cada cual, el difícil carácter y el atribulado destino de un hombre que todos coincidieron en calificar de problemático. Rivero se apoya en los testimonios aportados por el propio Cernuda -particularmente en Ocnos e Historial de un libro, dos textos imprescindibles- y en el epistolario recopilado por James Valender -que reúne las cartas enviadas por el poeta, porque Cernuda no solía conservar las que recibía-, pero incorpora asimismo los de sus coetáneos del 27 y las aportaciones de los predecesores en la tarea de elucidar los hitos del itinerario cernudiano. En ello, en la sabia ordenación de los materiales conocidos pero dispersos en trabajos parciales, radica uno de los méritos del trabajo de Rivero, pero éste no se ha limitado a reunir la información disponible sino que acudiendo a los archivos y a las fuentes ha precisado los hasta ahora nebulosos antecedentes familiares, ahondado en el tiempo, magistralmente recreado en Ocnos, de su infancia y adolescencia, e inquirido en la peculiar relación de amor y odio que lo unió a Sevilla, dejando constancia minuciosa de su iniciación poética, de sus relaciones sentimentales -en particular la traumática ruptura con Serafín Fernández Ferro, presencia fundamental en Donde habite el olvido- y del contexto personal y literario en que se desarrolló el tramo de su obra que culmina en la primera edición de La realidad y el deseo, publicada poco antes de la guerra.

Sobre precisiones y matices, dos son las grandes aportaciones del biógrafo al mejor conocimiento de la vida de Cernuda, la que se refiere al compromiso del autor, mucho más prolongado e intenso de lo que se había pensado, con las Misiones Pedagógicas, y los episodios de su estancia en aquella Valencia que retrató Salazar Chapela, donde se produjo su distanciamiento del comunismo con el que había simpatizado hasta entonces, a raíz de la condena de su admirado Gide por el Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas y de experiencias personales -como la detención de su amiga Concha de Albornoz- que le mostraron que la brutalidad y el fanatismo no eran patrimonio de un solo bando. A partir de ese momento, dice Rivero, el poeta, sin perjuicio de la lealtad republicana, pasó a formar parte de esa tercera España doblemente derrotada a la que sólo quedaba el destierro. De la no menos fecunda trayectoria posterior de Cernuda, marcada como la de buena parte de sus contemporáneos por el recuerdo de la guerra y los sucesivos exilios, se ocupará el segundo volumen de una biografía destinada a perdurar, que abre caminos e invita a la relectura de un poeta grande entre los grandes, de su generación y del siglo y de la lengua española.

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