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Clásicamente moderno

Lugar: Centro Cultural CajaGranada. Plaza de las Culturas. Fecha: martes, 14 de julio de 2009. Aforo: 250 personas.

En la Plaza de las Culturas ocurren cosas. Buenas fundamentalmente. No cabe duda de que se trata de un lugar para todas las músicas, con un espacio destacado para los trovadores, como lo que es realmente el ínclito Dent May, que contagió a su veraniego auditorio desde el primer minuto, sin más arma que su aire crooner, un magnífico ukelele y buenos amigos sobre el escenario. En un ambiente de local, pero al aire libre y perfectamente sonorizado, deconstruyó la música de otras décadas con temas propios y actuales, con cierto aroma de folk y country a lo California dream. Sin dejar de marcar estilo desde la sencillez. Una virtud que suele brillar por su ausencia entre los que pretenden innovar. Y es el caso de este joven revelación, que tiene sólo 23 años. Su atmósfera traía algo del Mississippi, dedicando una especial atención a mil guiños y sonidos de los setenta, cuando primaba la emoción sobre el virtuosismo. May con su ukelele es como el compañero de piso en la Universidad, que sabe sacar partido del instrumento del abuelo, y lo hace sin reparos ni complejos. El ukelele padece la impopular apariencia de guitarra chiquitita, como el timple canario, aunque en realidad tiene muchas posibilidades y existen virtuosos. De todas formas, el objetivo no era ganar un campeonato de pulso y púa, sino cantar y contar cosas, básicamente centradas en amores de juventud, sobre una base de acordes que ejecutó con gracia y de forma segura.

Con una puesta en escena propia de anuncio para adolescentes, el grupo de May conecta desde una contenida gestualidad. Su líder es el tímido que tiene gracia, que baila moderadamente y te hace bailar con libertad. A lo retro, pero en posmoderno, tiene arte del poco arte que tiene, reproduciendo ciertos gestos universales de grandes conciertos con ironía, sin caer en la parodia ni el pastiche. La formación del hombre del ukelele incluye bajo, acústica y una batería interpretada a ratos con maracas y pandereta.

Resultaron definitivos los coros de sus compañeros, realizados con desparpajo y sin miedo a los falsetes, un recurso que estaba bien visto antes de la moda de academias de canto. Sus temas son como un travelling por el tiempo, un paisaje que hace flotar, sentir y bailar, sin descuidar ningún truco, como las forzadas ralentizaciones. Su autenticidad despertó el interés por su último disco: The good feelling. Quizá alguien en la ciudad, al día siguiente, tuvo tan buena onda que compró en secreto un ukelele.

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