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Clásicos en tierra

  • Porque hasta los 'desechos' de Dylan son música de altura

Recuperamos en esta sección algunos de los discos más interesantes del año que acaba de terminar y que, por una u otra razón -retrasos, cancelaciones o huelgas encubiertas- se quedaron en la puerta de embarque de esta siempre tumultuosa Terminal 5 en su vuelta por los mundos musicales. La última entrega de Bob Dylan contiene material de desecho -aunque es una extravagancia hablar de desecho en el caso del de Duluth- de su etapa más reciente. Encuadrado en las llamadas The Bootleg Series, un invento de su compañía para hacer la competencia a la abrumadora discografía pirata del cantante, y bajo cuyo nombre va editando material legendario entre sus seguidores aunque nunca editado oficialmente, en esta ocasión recopila temas inéditos y versiones alternativas de los últimos veinte años de su carrera.

Tras unos para él oscuros ochenta en los que su figura parecía diluirse frente su imponente pasado, en el 89 inicia su redención con Oh mercy. La recuperación total llegaría en la segunda mitad de los 90 con Time out of mind y continuaría con sus discos de la siguiente década. Los veintisiete temas de este álbum (ampliados a 39 en su edición de lujo) rescatan algún incunable en versión demo (Dignity, o una Most of the time que engrandece la producción que Daniel Lanois aportó a la oficial), apuntes varios para futuras bandas sonoras (Huck's tune, Tell ol' Bill), directos cercanos a la excelencia (High water (for Charlie Patton), Cocaine blues), muchas versiones alternativas o primerizas de algunas de las cumbres del período (32-20 blues, Everything is broken, Ain't talkin') e incluso algún inédito incomprensiblemente descartado en su día para el álbum de turno (Miss the Mississippi, Dreamin' of you). ¿Incomprensiblemente? En el caso de Dylan a nadie debería extrañar a estas alturas encontrar material de primera en su papelera de reciclaje. Su carácter taciturno y sus inexplicados volantazos han dejado fuera del acetato en abundantes ocasiones lo mejor de algunas sesiones.

Afortunadamente, admitida sin discusión su consideración de genio universal, su obra va siendo rehabilitada más allá de sus caprichosos berrinches. Y de este modo, sus discos de material b contienen, como en este caso, música de altura por la que otros venderían su alma al diablo. Rock herrumbroso, blues de los pantanos y country primigenio de los Apalaches cantado con su voz de lija, en la reintrepetación que de sí mismo lleva años haciendo para volver a inventarse al personaje Dylan. Sólo el pudor por ser una recopilación de outtakes evitará que sea mencionado entre lo mejor del año.

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