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Dalí y cine, una relación prolífica pero frustrante

Salvador Dalí mantuvo con el cine una relación fructífera, a través de sus colaboraciones con Buñuel, Disney y Hitchcock, y a veces frustrante, al quedar muchos de sus proyectos inconclusos, según pone de manifiesto el libro Dalí y el cine. Publicado por Electa, la obra ofrece una nueva interpretación de esta faceta del pintor y pretende profundizar en los proyectos cinematográficos del artista catalán, que, además de trabajar con Buñuel en La edad de oro y Un perro andaluz, realizó pinturas, dibujos, manuscritos, guiones e incluso ensayos relacionados con el séptimo arte, según explica el editor del libro, Matthew Gale.

Dalí, uno de los pintores más excéntricos del siglo XX, destacó también en su faceta como cineasta como se refleja en Dalí y el cine, en cuyas páginas se muestra que su universo creativo estuvo siempre marcado por el séptimo arte, "que veía como un sueño itinerante capaz de ofrecer nuevas posibilidades", según Gale. El editor destaca que el libro ofrece una nueva interpretación de los proyectos cinematográficos del pintor por parte algunos de los principales expertos en su obra y en su vida, entre los que se encuentran Dawn Ades, Montse Aguer y Fèlix Fanés.

Como hijo de su tiempo, "Dalí creció con el cine", y de hecho, nació "el mismo año en que se inauguró la sala Edison", el primer cine de Figueras, su tierra natal, recuerda el editor. "Muchos de los proyectos que ideó quedaron inconclusos, ya sea por los límites que suponía la ambición de Dalí, como por su personal concepción del cine", que especialmente en la década de los 30 y los 40, se basaba más en la exploración que en una declaración de intenciones.

Las teorías dalinianas en torno al cine surgieron a principios de los años 30, a raíz de su profunda admiración por "las historias épicas y los melodramas típicos del cine italiano de la I Guerra Mundial", afirma Matthew Gale.

Dalí se sentía fascinado por la extravagancia e irracionalidad del género cómico, maravillándole el modo en que se trasladaba esta fantasía a la vida diaria "sin dificultades ni objeciones".

Según explica Gale, en sus proyectos, Dalí proponía siempre nuevos modos de representación visual que ponían a prueba tanto "la capacidad técnica del proceso cinematográfico" -como en los pianos suspendidos que ideó para Spellbound de Hitchcock-, como los gustos del espectador, por ejemplo en el caso de los burros podridos que creó en Un perro andaluz.

Desde el punto de vista de "su método paranoico-crítico", el cine le permitía trasladar a la realidad la coexistencia de dos imágenes dobles. "Esta idea queda reflejada en la escena de un vello axilar que se transforma en un erizo de mar en Un perro andaluz, o en algunas secuencias posteriores que creó para Destino, de Walt Disney".

El artista veía en la comedia en general, y en las "bufonadas" de los hermanos Marx en particular, una forma de "subversión de la normalidad" que admiraba, expresada a través la "irracionalidad concreta" con la que el pintor comparaba su técnica surrealista, comenta Gale.

Por otra parte, Dalí mostró siempre un rechazo por la obra de directores como Abel Gance o Fritz Lang y por el cine abstracto de vanguardia propio de Richter o Man Ray, ya que en su opinión eran ejemplos de lo que él y otros surrealistas denominaron el "cine artístico", que tendía a lo "peligrosamente operístico y teatral", asegura el editor.

En cambio, Dalí siempre se mostró partidario del cine "anti-artístico", representado por las películas democráticas, populares e imaginativas procedentes de Hollywood, carentes de pretensiones y que sabían adaptarse a una audiencia masiva.

Dalí y el cine sirve de complemento a la muestra Dalí & Film que se exhibió en la Tate Modern de Londres, y posteriormente en el Museo Salvador Dalí de San Petersburgo y en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, entre otros, y que profundizó un poco más en uno de los lados menos conocidos del genio.

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