67 festivaL DE MÚSICA Y DANZA

Debussy, testigo del doble debut en la Alhambra

  • Pablo Heras-Casado se estrena como director del Festival de Música y Danza, y como batuta del primer concierto dedicado al francés en el Palacio de Carlos V

Son ya 67 ediciones de un evento hecho piedra de la historia de esta ciudad que goza del reconociendo nacional y mundial como referente de la cultura. Anoche un francés centenario fue el testigo de excepción -su edad, recorrido y presencia en las páginas de la Historia de la música lo avalan- en un primer concierto bautismal por partida doble. Claude Debussy fue la sangre viva del recital inaugural del Festival de Música y Danza 2018 -aquí el primer estreno- y al tiempo fue la melodía del bautismo del granadino Pablo Heras-Casado como director del certamen, que además no dudó en nombrarse como la batuta del primer encuentro en el Carlos V.

La orquesta Les Siècles siguió el ritmo y las indicaciones del 'granadino sinfónico' que sobrecogió en un debut marcado por la ligereza y simpatía de movimientos interrumpidos por segundos de furia contenida cuando la batuta tenía que rasgar el cielo. En un Festival dedicado al centenario de la muerte de Debussy, el concierto de anoche se desenvolvió al amparo de la arquitectura del palacio de Carlos V y con la venia de las piezas del francés homenajeado: Prélude à l'après-midi d'un faune y Première suite d'orchestre, en la primera parte, y tras el intermedio, Ibéria, de Images y La mer.

La primera nota de la jornada llegó a cargo de Aurum Brass Emsemble, del FEX

La noche comenzó tranquila, con la quietud de un tan esperado como cálido verano también de estreno. Apenas unas hojas del bosque de la Alhambra se movían sobre las cabezas de los cientos de asistentes al concierto. Los atuendos no salieron de lo clásico, echarpes, por si luego refrescara en las alturas de la ciudad, los trajes de chaqueta para los más conservadores y los vaqueros con americana para los miembros más jóvenes del club de fan del Festival. Mientras los espectadores llegan, se asientan a las faldas de la fortaleza y si acaso toman un aperitivo en el Ambigú y comparten sensaciones sobre el programa, el calor o impresiones varias en las que reina la cultura -que para algo son las semanas grandes de la ciudad-. El nuevo protocolo de seguridad de la Alhambra restringió a que sólo pudiera haber cuatro taxis al mismo tiempo en la parada del Carlos V.

Notas sueltas, melodías acompasadas nadando en arpegios. Una decenas de dedos acariciando a la musa en plena Alhambra. Antes de que cayera la noche, desde el paseo de los tristes se podían escuchar lo que sería la antesala y primer bocado de un Festival de Música y Danza que aparece renovado con unas nuevas manos en sus partituras, las del joven director granadino, Pablo Heras-Casado. Desde la Torre de la Vela subían al cielo las fanfarrias a cargo de Aurum Brass Ensemble, parte del FEX, la extensión del ciclo. El festival ha comenzado, Granada regresa a su cita con la música, la llamada alta cultura y sobre todo, con los cientos de personas que anotan en su agenda estas semanas como requerimiento máximo.

Parece que los iconos granadinos han decidido guiñar a esta edición. La Alhambra esperaba ayer su cita anual como continente regio el primer concierto inaugural, por su parte, el espíritu hecho piedra de Federico García Lorca, el Centro que lleva su nombre, decidía ampliar dos semanas más la estancia de su primera exposición Una habitación propia para hacerla coincidir con el Festival.

De vuelta a la panorámica exclusiva del Carlos V, a las 22:30 horas de la noche. Comienza la cita y si Heras-Casado convivía con los nervios del estreno, apenas se podía percibir desde las butacas. El director, de gesto amable y elegante perpetuo, saluda al respetable después de que los músicos tomen asiento. Aplausos y más aplausos para un orgullo patrio que regresa al cielo de la cultura de su ciudad. Las luces se desvanecen y comienza el recital. Encarnados en la misma partitura, como en una enajenación de concentración que transgredía los siglos entre la composición de la pieza y su interpretación, músicos y director dieron contorno de vanguardia a un Debussy que no puede pasar de moda, al menos no en esta disciplina.

Los músicos, jóvenes expertos en instrumentos históricos, se valieron de su virtuosismo para desarrollar cada nota, silencio y vibración. Les Siècles, fundada en 2003 por el músico François-Xavier Roth, robó en ocasiones el protagonismo a Heras-Casado. La música habló y en este caso las 'gargantas' eran francesas.

Elección icónica y certera para un comienzo de edición de fragancia gala, dedicada al que llaman 'Claude de France'. El compositor francés nunca pisó Granada pese a pertenecer a una generación de artistas que gozaban de los paisajes románticos de la Alhambra y el Generalife, aunque no se le tendrá en cuenta porque desde anoche vive instalado en entre sus murallas.

La siesta del fauno, el poema bucólico de Mallarmé que inspiró composición del músico fue la primera en llegar, a la que le siguió el estreno en España de la Primera suite de orquesta, una de las novedades del catálogo de Debussy, (cuyo tercer movimiento Rêve fue orquestado por Philippe Manoury (n. 1952) y estrenado en 2012). Se trata de una partitura de 1887 rescatada del olvido por la orquesta Les Siècles y su fundador François-Xavier Roth.

Cerraron el programa dos obras cumbre del sinfonismo de Debussy, que se presentan como un canto a la evocación, a la imagen y a la libertad. Iberia, de la serie Images, es la más popular de las tres Imágenes, que a su vez está compuesta de tres partes: Par les rues et par les chemins. Sevillana, Les parfums de la nuit, y Le matin d'un jour de fête. La bajada del telón vino con La mer, una de las grandes obras orquestales del siglo XX, terminada en 1905.

Llegaba el final de la primera noche, el perfume fue el esperado, notas francesas, instrumentos franceses y pasión andaluza en su realización. El Festival ha regresado, tomen aire que vienen dos semanas de viaje a Francia en aerolínea granadina.

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