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Ejércitos en la sombra

  • En 'Soldados de la noche' (Seix Barral), el novelista Alan Furst propone un magnífico relato de espionaje ambientado entre la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial

A mediados de la década de los 30 del pasado siglo, Europa era un inmenso polvorín a punto de estallar; un joven búlgaro de nombre Jristo Stoianev, el protagonista de Soldados de la noche, recorrerá uno de los regueros de pólvora que lo hará saltar por los aires. Su periplo empieza en su ciudad natal, Vidin, en 1934, el día en que los miembros de la Unión Nacional Búlgara, inspirada por la musa hitleriana, maten a golpes a un hermano menor por no haber sabido tener la boca cerrada. Al poco conoce a Antipin, un agente bolchevique, que ve en él un buen elemento para el servicio secreto soviético. Una vez en Moscú, no obstante, el chico descubrirá que las maneras de Hitler y las de Stalin, aunque difieran en sus propuestas de fondo, en la forma son intercambiables. Se trata de vencer al contrario por cualquier medio al alcance, a cualquier coste. Se trata de sostener la sartén por el mango o aguantar el cuchillo por la empuñadura. Y que la duda no haga temblar la mano. Que la razón está de nuestra parte, mantiene cada uno, siempre.

Su puesta de largo como espía tendrá lugar en nuestra tierra, durante la Guerra Civil. Stoianev, junto a otros agentes soviéticos, es enviado a España en calidad de "trabajador social" en apoyo a la República, pero la realidad es otra. La contienda no se libra sólo en los campos de batalla. Un espía es un soldado en la noche; los servicios secretos, ejércitos en la sombra... Su primer destino será la costa catalana; el segundo, un Madrid sitiado por las huestes de Franco, aunque el Generalísimo no termine de ser el enemigo real. Alan Furst coincide en presentar el tablero español como un laboratorio, en el cual, el fascismo internacional (Alemania, Italia) y el comunismo internacional (Rusia), so pretexto de apoyar a uno de los bandos en conflicto, se enfrentaron por primera vez entre sí; la sangría española habría tenido una importancia secundaria respecto al aumento de los correspondientes radios de influencia. Por desgracia, mientras Alemania e Italia se aplicaron con esmero a la tarea, Rusia se llevó consigo sus guerras intestinas y la máquina de triturar carne estalinista no se dio tregua ni siquiera en tierra extraña.

La sospecha y el desprecio se instalaron en las entrañas del sistema y, según cuentan, fueron eliminados hombres enviados al extranjero por el mero hecho de haber visto el mundo más allá de las fronteras rusas. También Stoianev pasa a engrosar la lista de los sospechosos y deviene víctima potencial de las temibles purgas de Stalin. Para salvar el pellejo, escapa a Francia -un país en paz, de momento- y allí intenta rehacer su existencia, pero este personaje está condenado por los dioses de la ficción a no poder huir de su pasado. En tanto el cerco se estrecha alrededor, los sucesos se precipitan. Se acerca la llama a otro reguero de pólvora, Alemania invade Polonia y, a continuación, dirige sus fuerzas contra Francia. Stoianev se enfrentará, esta vez por libre, al Leviatán fascista uniéndose a la Resistencia francesa. Su intención es poner el conocimiento acumulado al servicio de la mejor causa, pero esto ni lo absuelve ni anula la sentencia que pesa sobre él.

Soldados en la noche es una magnífica novela de espías con trasfondo bélico. Alan Furst mantiene un ritmo enérgico sin caer jamás en la trampa habitual de este tipo de relatos: la simplificación. Muy al contrario, le gusta buscarle aristas, dobleces y recovecos a la historia. Furst demuestra asimismo un extraordinario savoir faire, un magistral dominio del tempo narrativo, una inteligente valoración del detalle dramático y una gran capacidad de evocación. Soldados en la noche está respaldada por una ingente labor de documentación que el autor no convierte en erudición, sino en experiencia: el lector, al leer, debe vivir aquella época y entender qué movía o qué sentían esas gentes sacrificadas en el altar de la causa. La descripción del mundillo del espionaje -un mundo en donde la información es más importante que la acción- es minuciosa y apasionante. La moraleja, extrapolable a otros ámbitos, es inapelable: el contendiente con más posibilidades es el que más sabe del adversario.

Alan Furst Seix Barral, Barcelona, 2010

Patrick Süskind Seix Barral, Barcelona, 2010

Iain Pears Seix Barral, Barcelona, 2010

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