Crítica de música m

Elias contagia elegancia en el Festival de Jazz

Eliane Elias es la "elegancia del jazz latino", escribía hace poco Fernando Trueba. Lo suscribo. Y así tal cual lo pudimos disfrutar el domingo en un abarrotado Teatro Isabel la Católica. Algo que permite felicitarnos por tener una ciudad que responde de esa manera tan vibrante a una cita con esta figura del jazz. El pasado miércoles, la directora del Festival de Jazz, Mariche Huertas, decía que nunca habían coexistido tantos ganadores de un Grammy en el Festival de Jazz de Granada.

La puesta en escena era sobria, un piano de cola y un contrabajo, enmarcados, eso sí, en el distinguido negro del escenario de esta sala. El público abarrotaba la sala. Eliane Elías y Marc Johnson, vestidos de negro, se subieron puntuales al escenario. Y ya nada volvió a ser igual. Pocas veces disfrutaremos de un piano tan bien tocado, con tanto ritmo, suavidad y ardor como el piano de Eliane y tampoco será fácil volver a oír el canto de un contrabajo, como el de este maestro del Jazz de Nebraska, que es Marc Johnson. Se admiran, se respetan y se complementan, eso demostraron. Lo habitual es, y más con una estrella con cuatro discos de oro, 26 discos y más de dos millones de copias vendidas y ocho Grammys y nominaciones, que el contrabajo fuera un invitado de lujo, pero nada de eso. Las canciones eran dialogadas entre ambos instrumentos y en vez de solaparse, cada instrumento brillaba aún más. Uno aportaba los graves, y la voz más profunda, y el otro las melodías, el virtuosismo y todo el sabor. Una delicia.

Desde el principio, la estrella del jazz, que dio muestras de estar encantada con Granada, se dirigía al público tras cada canción para presentarla con una gran delicadeza. "¿Preferís que hable en inglés, portugués o español?", preguntó en un perfecto castellano. El público no dudó: "En español". A continuación soltó entre risas: "¡Entonces seguiré con mi portuñol! Perdonad mi español".

El concierto lo compusieron 11 temas a los que se sumaron una doble propina. Comenzó con To each his Dulcinea de Mitch Leigh. De hecho muchos pensábamos que ese tema, que se extrae de una obra extensa llamada El hombre de la mancha, un obra mítica del Broadway de los 60, sería el primero de muchos de ese proyecto, pero no fue así. Tras este tema se dedicó a repasar distintos temas de sus diferentes trabajos. Siguió con Chega do Saudades de Antonio Carlos Jobin, en el que un impresionante solo del contrabajo, provocó la primera ovación espontánea en mitad del tema.

A continuación, la iluminación cambió del negro a un fondo rojo con distintas tonalidades, que aportó toda la calidez a Você de Roberto Menescal. Le siguió el mítico Brasil de Aquarela du Brasil. El recital resultó hipnótico hasta el final del concierto, cuya despedida fue Só Danço Samba de Tom Jobim.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios