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Érase una vez un barco de papel

  • El realizador granadino David Pavón proyecta su primer cortometraje en el festival Comic-Con de California Ha sido seleccionado para 97 festivales

Origami, arte japonés caracterizado por usar sólamente las manos para crear figuras de papel; David Pavón, realizador y diseñador granadino, ha convertido esa disciplina en el título de su primer cortometraje. La canción popular Había una vez un barquito chiquitito que se escuchaba en el patio de los colegios ha sido el núcleo de esta historia contada en tan sólo seis minutos.

Un proyecto de fin de curso del máster de animación que realizó en Madrid en el año 2013 y que ha acabado, ni más ni menos, en el festival de cómic más importante del mundo: el Festival Comic-Con de San Diego, California. Un certamen que reúne a nivel mundial lo mejor del cine, las series de televisión y la ilustración. El artista granadino asegura humildemente que el proceso de selección para este prestigioso certamen "fue de un día para otro ya que lo mandé, me seleccionaron y allí se proyectó". No obstante, la decisión del jurado se anunció un mes antes de la celebración del festival, el pasado 23 de julio, y el realizador declaró que "era poco tiempo para reunir todo el dinero necesario para la estancia de esa semana". Muy a pesar suyo, tuvo que rechazar la oportunidad de ir ya que sólo contaba con la invitación a entrar al festival y no más.

El barquito de papel, protagonista de la historia, tiene un final como el de una botella de cristal que esconde una nota y se recoge en la orilla de la playa. Éste también tiene su propio mensaje: "Todo el mundo tiene su lugar, sea como sea, va a acabar siempre en el mismo sitio", aclara el propio director. El cortometraje, disponible en la página Vimeo del artista, tiene unos trazos dibujados de una manera sencilla basados en ilustraciones desarrolladas por él anteriormente. Está realizada en dos dimensiones ya que, según Pavón, "animar en 2D es la base para poder empezar después con el 3D, no se puede hacer al revés". Un guiño que realizó el director a todos los grandes estudios que "no arriesgan" y "tratan exclusivamente" los cortometrajes de animación en tres dimensiones: "En España sólo se apuesta por cosas comerciales o que se han visto millones de veces". Además, Pavón reconoce que "hay 'peces gordos' en esta industria que no saben lo que es la animación en sí y no son capaces de ver ni el talento ni las propuestas". A pesar de haber ganado la XX edición de Jóvenes Realizadores de Granada y de que su cortometraje haya sido seleccionado para 97 festivales, el pesimismo actual que rodea a los jóvenes que quieren dedicarse a este arte cinematográfico queda bien reflejado en las palabras de Pavón: "Mi destino y mi lugar ahora mismo es estar parado". Asimismo, insiste en que la industria hace siempre lo mismo porque "posiblemente lo siguiente que salga será diferente pero lo que ha salido hasta ahora es un 'copia pega' de películas ya proyectadas".

Al igual que muchos jóvenes que no paran de buscarse la vida, Pavón ha echado miles de currículums a productoras españolas y ninguna se ha interesado. Sin embargo, hace pocos meses pudo disfrutar de la experiencia londinense ilustrando para una serie de la BBC. "Al acabar la primera etapa de la serie, me volví para Granada y aún estoy a la espera de que me llamen para la segunda temporada", comenta el realizador oriundo de Torrenueva.

Este "hombre orquesta" que firma con su nombre en todas las secciones del proceso de su obra audiovisual hace hincapié en que "tienes que saber hacerlo todo ya que, si falta el dinero, no tienes otra manera de sacar hacia delante un proyecto". Sin ningún tipo de ayuda económica y rechazando el universo crowdfunding como alternativa a financiar los proyectos enteros -"si pasas de los 3.000 euros empieza a haber muchos 'jaleos' con Hacienda"-, el director granadino lucha diariamente para que alguien se fije en todo su trabajo.

David se encuentra ahora mismo en la fase de preproducción de su nuevo cortometraje titulado One day more, realizado también en dos dimensiones. "Ahora mismo debo reunir ese dinero para comenzar con la producción", declara. El coste total de un cortometraje, según Pavón y tirando a lo bajo, es de unos 30.000 euros; pero, en su caso, sólo necesitaría 4.500 euros para los animadores. El resto de personas: música, montaje, edición... se han prestado a hacerlo gratis. Gracias a este apoyo voluntario es posible la realización de estas obras.

Este viaje ilustrado en pantalla está siendo muy duro y, a veces, los mensajes escondidos no son tan bonitos como los pintan. Pavón ve algo hundido su barco, pero la canción sigue:... pasó el tiempo y el barquito navegó". A pesar de todo, "son tiempos difíciles para los soñadores".

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