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"Escribo para dar mi compañía"

  • Al margen de grupos, modas y etiquetas, sin la protección de ninguna torre de marfil, Rafael Juárez se refugia en la sencillez de la creación, en las formas más puras y nobles de la poesía

Medio siglo. Amor, deseo, memoria, ilusión... Lo cotidiano hecho universal. Paseando con Machado. Siguiendo los pasos de Juan Ramón, "cantando las cosas para hacernos la ilusión de que son como nosotros las cantamos". Rafael Juárez (Estepa, 1956) vuelve a las librerías con un poemario que invita a detenerse en el camino y sentir. A vivir la belleza de las pequeñas cosas a través de los instantes perennes que atrapa el poeta con una voz intencionadamente clara y transparente; perfecta hasta la obsesión. Una parada para emocionarse. Para huir, a veces. Para dejarse acompañar, siempre.

-Medio siglo y medio centenar de poemas. ¿Son una parada en el ecuador de su vida? ¿Una mirada atrás o una mirada adelante?

-Es parte de un proceso y no una recapitulación. En realidad, el título del libro corresponde con el de un poema que viene a decir que, a determinada edad, una vez que llega la noche, desaparecemos y volvemos a ser niños. Vivimos en el mundo de los sueños pero, inmediatamente, cuando dejamos la cama por la mañana, volvemos a tener la edad que teníamos. En este caso, ese medio siglo del autor.

-¿Sólo la poesía te permite vivir muchas vidas, volver a vivir, vivir lo que la vida real no nos da?

-Ese poema es completamente real en el sentido que está escrito en la cama donde fui concebido y eso refuerza mucho más la idea de volver a ser niño cada vez que duermes. La cama, literalmente, te engulle. En mi caso, el simple hecho de poder vivir a caballo entre la ciudad y el pueblo de mis padres me permite disponer de varios mundos.

-Oculto como Borges o entregado como Lorca. Silencioso como Machado o elocuente en la lengua de Neruda. Confiesa en 'Compañía': "Ni he dicho lo que pude ni he callado:/ para cada pasión tuve una duda". Hay quienes no reconocen siquiera esa palabra… dudar.

-Creo que hay quien no reconoce que la duda es el estado permanente de todos, lo cual no quita que haya personas que las resuelvan de una manera instantánea, espontánea, rapidísima, y otras que tarden muchísimo en resolverlas o no la resuelvan nunca. La duda, en el sentido de indecisión, de indeterminación, es nuestro estado natural. En el caso de este poema, quien lo escribe es una persona que duda especialmente de sus pasiones…

-Donde más hay que dudar…

-Bueno… en este caso duda más de sus pasiones que de sus ideas.

-El poema con el que abre Medio siglo, ¿es una forma de alertar al lector o de sugerirle buenas 'compañías'?

-El poema explica lo que me relaciona más con la poesía y con los libros. La certeza de que cuando se tiene un libro a mano siempre se está acompañado. Porque siempre se produce, como decía Francisco Ayala, una conversación solitaria. Escribo para dar mi compañía, para darme compañía.

-"Ir a la fuente temprano/ y descubrir la mañana… " ¿Se puede entender la literatura, la figura del escritor, encerrado en una torre de marfil?

-Hay muchas torres de marfil que aparentemente no son aristocráticas, que se declaran democráticas a sí mismas. Pero eso no quiere decir que el poeta no esté hablando de su puro ego, imponiendo desde ellas su programa, su manifiesto, su estrategia. Yo creo que, hasta donde sea posible, la personalidad del poeta debe borrarse. Y debe hacerlo por disolución en el mundo. No de ninguna otra manera. Quien dice o lee "yo" en el poema debe ser el lector, y eso lo puede ser cualquiera.

-¿Cualquiera?

-Sí. Como ir a la fuente temprano y descubrir la mañana… la situación universal del poema es una, pero siempre hay detrás una memoria muy cercana y real.

-Para Ayala, "la literatura es la realidad y la realidad-realidad no existe. ¿Cuál es la realidad del poeta?

-Verlo todo: la realidad actual y la misma realidad cargada de significación como una sola cosa.

-¿Y saber expresarlo? Componerlo. Darle belleza...

-Lo que se pueda… Al final, la expresión siempre es voluntaria.

-"Quién hubiera sido ayer el labrador de esta viña" clama en La vida silenciosa. ¿La memoria es nostalgia o es deseo?

-En el plano universal (no sé si se debe llamar así), lo que el poema dice es que todos queremos en un momento determinado haber tenido otra vida. Una vida más simple. Si vamos al plano de la realidad, el poema habla de una viña maravillosa que había al final del camino de la Fuente de la Bicha, en la colina de Huétor. Un lugar de sosiego, orden, de una belleza descarada… La viña verde, la sierra blanca, el cielo claro. ¡Cómo no ibas a querer ser el labrador de esa viña! Quien había sido capaz de hacer esa maravilla, ese orden, ese cuidado con cada una de las plantas cuando una sola planta es una obra que te puede llevar una vida…

-"Mi alma es como esta casa grande y vieja,/ llena de soledad y de rincones/ donde no llega el sol de los balcones,/ de patios hondos donde el sol se aleja". ¿Qué secreto esconde El sol de diciembre?

-Inicialmente, todo el libro se iba a organizar sobre la idea del poeta como cazador de instantes. La idea surge en una escena que presencié en un jardín donde un gato rubio que estaba junto a un estanque parecía observar la vida de los peces. Pero lo que ocurrió en realidad fue que el gato se lanzó como un portero de fútbol, derribó una mariposa y en un instante se la comió. Es equiparable a lo que hace el poeta y lo que hacemos muchas veces en la vida: estamos en algo pero pendientes, también, de la mariposa. Estamos en nuestra vida diaria, ajetreada, pero de repente un rayito de sol nos detiene.

-¿Por qué imaginar despierto y escribir "son maneras de asegurar la huida"? En sus poemas no parece querer huir.

-Definitivamente, en el poema que trata de la huida no hay huida, pero en todos los demás seguramente sí. Lo que dice el poema es que cuando, por ejemplo, vamos a comenzar el día, o antes de dormir, repasamos lo que hemos hecho y terminamos arreglándolo todo. Está bien y es necesario pero no deja de ser una manera de huir. Eso y escribir poesía es lo mismo. Es una forma de huir, excepto cuando lo dices…

-¿Hay espacio hoy para un poeta clásico? En este siglo global de guerras virtuales, movilizaciones en redes sociales…

-Yo no creo que vaya a ocurrir nada con la poesía en el siglo que viene, en el sentido de que esté amenazada. Y en cuanto a internet, va a terminar siendo una aliada en la difusión de la poesía y también en la creación. Yo mismo he tenido alguna experiencia reciente en la que la gran memoria del ordenador me ha sido muy útil.

-¿Ve a un lector leyendo su obra en un iPad?

-¿Por qué no? Lo que pasa es que no me imagino que se haga una poesía diferente para los nuevos soportes. Los que hemos aprendido a leer y escribir en papel siempre vamos a pensar en una colección de libros impresos, no para ordenador. Pero sí creo que con las nuevas tecnologías la poesía puede establecer muchas alianzas…

-Alguna vez ha dicho que los poemas se hacen, se deberían hacer, para la memoria. ¿Cómo se puede escribir un poema en el pensamiento? "Escribo mientras ando./ Al pie de aquellos montes/ verdean los secanos" decía en esta soleá de 'Aulaga'.

-Eso tiene que ver, en parte, con la torre de marfil. Dejé pronto de escribir en una habitación llena de libros; quizá solamente mi primer libro [Otra casa, 1986] está escrito en parte así. Y es el libro más oscuro, más literario. Ahora me resulta difícil escribir poemas sentado y sobre un papel. La poesía no es un trabajo; un poema no se redacta; en su origen está más próximo a las preguntas o las respuestas de una conversación, a un diálogo oral. Y el asunto no es oscuro: se trata de que la actividad física anima la mental; de que la ósmosis con el mundo facilita la expresión de tus propios sentimientos. Es una experiencia común…

-Bueno, para quienes no escribimos poesía, más que "común" es excepcional…

-Los poemas tienen otra condición que, por ejemplo, la información de actualidad. Cuando escribes un poema lo escribes para recordarlo. No lo escribes como un texto fugaz. El poema se escribe "para siempre", una manera de decir para cuanto más tiempo mejor… Tenerlo en la memoria no lo he concebido nunca como una destreza excepcional. Es sólo una forma de abrirse al mundo.

-Siempre ha recalcado que su objetivo era evolucionar hacia la claridad expresiva, la poesía directa destinada a formar y mantener una emoción que pueda ser revivida por cada lector. ¿Cree que lo ha conseguido en Medio siglo?

-Sólo hay algunos poemas en los que tal vez pudiera ser más necesaria una explicación. Evidentemente, si cualquier persona habla sobre un escrito, añade información y es bueno para el lector. Pero creo que, en general, los versos de este libro pueden ser leídos de una manera inmediata por quien tenga alguna experiencia como lector de poesía. Algunos son muy próximos, con toda intención, a la llamada poesía popular.

-Conecta con la idea de lograr que el poema sea lo más universal posible, despersonalizarlo…

-Dicho así parece una frase importante, y no quiero que lo parezca. Es solo una idea, algo que estaría bien que llegase a ocurrir. Los poetas oscuros buscan la originalidad a toda costa, para distinguirse unos de otros. A mí me gustaría que los poemas simplemente se distinguieran entre sí por su 'gracia', vamos a decirlo así. Que los leas y, sin pensarlo mucho, digas 'me gusta'. Y observes que te gustan unas palabras, unas imágenes, una forma métrica… algo. Igual que ocurre con una flor. Una flor está hecha para llamar la atención, un poema también. Los poemas no son textos inocuos; los poemas están escritos para que la gente los lea y se interese por ellos. Se emocione. Es como cuando se piensa un titular de periódico. En el poema no hay titular, pero sí otros recursos para atrapar la atención. Tiene que disponer de unos mecanismos que los distingan de los otros miles de poemas, de flores, que hay en el mundo. Gracias sutiles.

-Hay que saber escribirlas pero también leerlas…

-Tiene que ocurrir. Tiene que haber una concurrencia. Tan sencillo, a veces, como saber que te gusta.

-Confesaba hace unos días Juan Gelman la sensación de insatisfacción que le invade al releer sus poemas… ¿Usted relee su obra? ¿Cambiaría sus poemas?

-No los cambiaría. Elegiría de entre lo que he escrito y dejaría una parte fuera según el momento. Hay una serie de poemas con los que me quedo siempre, una serie que no acepto hoy y una parte que unos días sí y otros no... Pero no, no me genera insatisfacción.

-En su reciente visita a Granada, Vargas Llosa definió a los novelistas como poetas frustrados… ¿Son los poetas narradores frustrados?

-Volviendo a Ayala, creo que en todos los casos hay una solución buena: llamarle poesía a todo lo que es invención. Hay magníficas narraciones que son poesía y hay muchos poemas que no son poesía. Poesía como invención primigenia, genuina, imaginativa.

-En toda la historia de la Literatura, es difícil encontrar a un autor que no haya sido clasificado, etiquetado, en un grupo, una generación… En su caso no es así. ¿Es una huida consciente de los convencionalismos? ¿Una forma de blindarse ante las 'guerras' de poetas?

-Yo creo que las cosas han ido pasando y nada tiene importancia. No puedo decir que haya estado fuera de ninguna guerra. A lo mejor lo que he hecho es no tomar partido, pero interiormente he tenido mis opiniones. Lo que sí he procurado de una forma bastante consciente es tener un trabajo bien separado de la poesía. Me he movido en la proximidad de los ambientes literarios y de creación, pero no he querido vivir de la poesía. Ni profesionalizarme como escritor, ni como profesor de literatura y, por supuesto, no depender de la poesía. Creo que habría perjudicado a la poesía que quería escribir y he querido que la poesía sea lo último. Lo que está al fondo.

-Las redes sociales está recuperando la afición por escribir. Hay quienes ven, incluso, la recuperación de géneros como el aforismo. ¿Qué le parecería hacer poesía en 140 caracteres?

-Cuando escribía columnas para Granada Hoy descubrí que escribir con medida es un estímulo, como ocurre también en los poemas. Los 140 caracteres parecen demasiado poco. ¿Con espacios?

-Me temo que sí…

-A eso creo que no llego...

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