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Eternamente románticos

  • Schumann, Widmann y Brahms en el programa de la Joven Orquesta Nacional de España dirigida por Zacharias.

Juventud y romanticismo van de la mano. En el amor, en los ideales, en las ilusiones, en las ganas de romper con todo y de intentar lo imposible. En creer que nada se nos va a resistir. Y que los sueños siempre se consiguen. Ese espíritu se respiraba anoche durante la actuación de la Joven Orquesta Nacional de España dirigida por Christian Zacharias. La tarde que precedió al concierto, en sí misma fue romántica. Con grandes nubes amenazando descargar agua en una tormenta de verano. ¿Hay algo más romántico que una tormenta repentina que nos hace correr a refugiarnos en el lugar más cercano? Todos estos ingredientes se mezclaron como en una coctelera con la música. Primero sonó Schumann con la Obertura Manfred, sobre poemas de otro romántico por excelencia, Lord Byron. Esta partitura en la que Schumann se volcó en cuerpo y alma se acopla perfectamente a la personalidad de Byron. El poeta igual demostraba su espíritu audaz tirándose cada noche al Canal de Venecia para nadar acompañado de una góndola provista con vino y otros manjares que se atormentaba con mal de amores o caía en la más oscura de las desesperanzas. Byron escribió su drama metafísico Manfredo después de que su matrimonio fracasara entre acusaciones de infidelidad, incesto y homosexualidad. La JONDE sonó con los matices complejos que exige esta obra estrenada por Schumann en marzo de 1852. A continuación sonó el famosísimo Concierto para piano en la menor, op. 54, dedicado a su amada esposa Clara. Ella fue la solista de piano el día del estreno, un 1 de enero de 1846 en Leipzig. Musicalidad, estilo, belleza y sensibilidad son las características de este increíble y dulce concierto que parece dictado por el amor, el que más difusión ha alcanzado de los escritos por Shumann. Clara lo interpretó hasta el final de su vida y Grieg, que aún era estudiante cuando lo escuchó por primera vez, trasladó a una de sus obras la honda impresión que le había causado. Fabuloso Christian Zacharias dirigiendo desde el piano. Con gran riqueza de matices y expresividad también en su interpretación como solista. La oscuridad de Byron y la felicidad y equilibrio del amor verdadero que trasmite el Concierto en la menor protagonizaron la primera parte de la noche. En la segunda sonó el Aria para cuerdas de Jörg Widmann, estrenada en 2015. Un encargo del Festival de Cámara de Hohenstaufen. La obra juega con la tradición austro-germana en clave contemporánea. Cerró la noche la conocida y bella Sinfonía núm. 3 en fa mayor, op. 90 de Brahms. Hubo mayor asistencia de público joven pues el Festival ofreció descuentos a los menores de 26 años. El concierto se ofreció en coproducción con el Centro Nacional de Difusión.

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