Crítica de Cine cine

Folclore de salón

jota, de saura

Musical, España, 2016, 93 min. Dirección, guión y escenografía: Carlos Saura. Fotografía: Paco Belda. Con: Miguel Ángel Berna, Sara Baras, Ara Malikian, Carlos Núñez, Juan Manuel Cañizares, Giovanni Sollima, Enrique Sonilis, Carmen Paris.

El hecho de ser uno de los grandes autores indiscutibles de nuestro cine no exime a Carlos Saura de un continuado desahogo y falta de verdadera ambición cinematográfica en el último tramo de su carrera, dedicado casi exclusivamente a la repetición de una misma fórmula escénico-musical a propósito del repertorio de las sevillanas, el flamenco, el tango, los fados, la zonda o la jota aragonesa.

Una fórmula ideada por él mismo y Juan Lebrón en las dos primeras películas de un ciclo desigual que ha ido degradándose paulatinamente mientras buscaba pequeñas variaciones, tal vez para disimular las apreturas del corsé y justificar cada nueva entrega de cara al mercado internacional.

Jota culmina y agota ese desfile de artistas por un escenario vacío y mimimalista de paneles móviles, transparencias, luces de color y cámara a distancia para rendir homenaje a un género que, por más que se empeñe su autor, sus preservadores y renovadores más heterodoxos, no da más de sí de lo que da, mucho menos si quiere ocupar, número tras número, la hora y media de un largometraje de duración estándar.

Entre palos arcaicos y mixturas o versiones contemporáneas, entre bailarines y cantantes anónimos y artistas e invitados de renombre (Sara Baras, Ara Malikian, Carlos Núñez…), de los más veteranos a las jóvenes promesas, con desigual gusto y fortuna en las coreografías y los playbacks, Jota apenas nos reconcilia con la esencia popular y folclórica del género cuando tira de archivo para recuperar la nobleza baturra de Imperio Argentina en los tiempos en los que aquellos sones y su atrezzo sí que sirvieron para articular un posible imaginario español para las masas. Todo lo demás, incluido el capricho de incluir un homenaje a Labordeta en clave de memoria histórica, es, ustedes me perdonen, un largo y caro relleno para los museos y la televisión autonómica.

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