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Gran comedia con aroma 'free cinema' y sorpresa dentro

Comedia, Reino Unido, 2013, 109 min. Dirección: Edgard Wright. Guión: Edgar Wright, Simon Pegg. Fotografía: Bill Pope. Música: Steven Price. Intérpretes: Simon Pegg, Nick Frost, Rosamund Pike, Paddy Considine, Eddie Marsan, Martin Freeman, David Bradley, Bill Nighy, Michael Smiley, Pierce Brosnan. Cines: Cinema 2000.

Unos jóvenes quieren batir el record de visitar todas las tabernas del pueblo, bebiéndose en cada una todo lo que el cuerpo puede aguantar, en un recorrido que habría de acabar en la taberna The World's End. Pero la borrachera los derrotó antes. Pasaron los años y los amigos vuelven a reunirse por obra del más inmaduro y descolocado de ellos. Cada uno goza o sufre situaciones personales muy distintas. Les propone regresar al pueblo para terminar el maratón alcohólico empezado veinte años antes. Lo hacen. Pero los tiempos están cambiando. Y no me refiero a la canción de Bob Dylan y a un mundo que ya no es el suyo, sino a cosas más tremendas que pueden convertir en profético el nombre de aquella última taberna nunca alcanzada: el fin del mundo.

Lo que podría ser otra comedia gamberra de maduritos inmaduros con resacón se convierte, gracias al talento de Edgard Wright (Arma fatal, Scott Pilgrim contra el mundo), en una comedia que utiliza los mimbres de la nueva comedia gamberra para ir más allá, mucho más allá. Incluyendo un sorprendente giro de guión que se lleva la comedia al terreno de lo fantástico. El refinamiento visual de este espléndido formalista, capaz de jugar con todos los recursos del más agresivo cine comercial actual, parodiándolos y añadiendo una estimulante inventiva, lanza la historia a un inteligente horizonte cómico con muy británicos toques agrios. Todas las interpretaciones son extraordinarias. Incluida la colaboración de un Pierce Brosnan que hace un divertido guiño a los científicos o profesores de las series B de terror.

Conforme la acción se desarrolla el aire gamberro y grosero de la nueva comedia va tomando un aire de comedia free cinema en su vertiente pop, tipo el Richard Lester de The Knack (¿no es una cita de aquella película la forma en que los lugareños miran a la pandilla?). Antes de que medie la película le ha dado tiempo a ampliar el registro y, aunque parezca imposible, reescribir la sobada historia de las confidencias de los viejos amigos reunidos interesándonos en los destinos y personalidades de cada uno de ellos. Decididamente no hay argumentos, sino tratamientos e interpretaciones.

El vuelco lo da poco antes de alcanzar la mitad de su exacto metraje (¡cómo se agradece, hoy, que los directores respeten los 90 o 100 minutos que durante tantos años han bastado para contar bien una buena historia!). Y es un vuelco realmente espectacular que conduce esta comedia que empezó en clave gamberra, siguió con un cierto aroma sesentón free cinema y pop para prolongarse en un ejercicio agridulce de llanto por los años pasados, hacia un inesperado destino fantástico. No deja de ser comedia, pero desde el encuentro en el cuarto de baño del pub es una comedia fantástica. No desvelaré lo que sucede. Pero les aseguro que vale la pena verlo. La comedia terrorífica ha vuelto, como si se sumaran los mejores aciertos de clásicos como La comedia de los horrores de Tourneur y de modernos como el Landis de Un hombre lobo americano en Londres. Evidentemente llevados al muy personal territorio de Wright. Porque la forma en que los lugareños miran a la pandilla no tiene tanto que ver con las miradas de desaprobación que los ancianos dirigen a Rita Tushingham, Michael Crawford y Ray Brooks en The Knack, como con otra película inglesa algo anterior que se llamaba... Me lo reservo, para no desvelar misterios. Sólo les diré que la interpretaban George Sanders y Barbara Shelley.

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