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Granada Sound, el rapto del fin del verano

  • El festival se despide de esta edición con dos jornadas maratonianas de música en la que reinó el pop rock

  • Como en años anteriores congregó a unas 50.000 personas en el Cortijo del Conde

Viva Suecia en un momento de su concierto.

Viva Suecia en un momento de su concierto. / reportaje gráfico: carlos gil.

Segundo día y en racha. Sol, calor moderado, algo de brisa y música. Tanta, que en algunos metros de la explanada del Cortijo del Conde se podía escuchar por un oído un buen riff de guitarra y por el otro una sesión de house de las que hacen bailar el estómago. Esto es un año más de Granada Sound, donde el sonido se compra al kilo. Otra de las oportunidades para tener barra libre de música durante más de 10 horas ininterrumpidas.

Sábado y un fin de fiesta dilatado, luminoso, que daba mucho cariño a sus espectadores. El cartel de ayer fue en general mucho más apetitoso que el del viernes pese a los pesos pesados Niños Mutantes y Mando Diao.

El polvo subía zapatillas arriba desde primera hora de la tarde. Las gafas de sol el complemento incombustible por mucho que pase la apisonadora de la moda, esa que ha cambiado la camisa de cuadros por las hawaianas. Derroche de alegría, de estar vivo y guapo.

Hasta la llegada del primer gran concierto de la jornada los asistentes podían contarse solamente en cientos. El reloj avanzaba y el país Granada Sound crecía en población. Pocos minutos antes de las 19:00 horas, si se miraba con distancia, podía verse cómo una nube humana avanzaba para coger las primeras filas en el escenario donde tocaría Rayden, ese rapero bueno que lleva el hip hop al sentimentalismo urbano. Cuántos no quisieran formar una familia moderna con el versador. Tras el madrileño hilador de aforismos el cartel cogía músculo. Con perdón de Neuman que actúa minutos antes que él y que trajo consigo su musicalidad extrema y su rollo indie sin posturas.

A partir de las 20:00 horas se desató una gymkhana en busca de las primeras filas. Tarea complicada para los despistados pues a partir de esa hora se disparaban desde diferentes escenarios canciones que todos querían corear.

Desde la rumba canalla-amorosa del Kanka que fue cogiendo pulmón y guasa conforme lanzaba canciones, pasando por Viva Suecia, los eternos pobladores de los festivales españoles, o Full; otros viejos conocidos que han hecho de su música una banda sonora habitual en verano.

La noche comenzaba a caer y se despertaban las grandes expectativas del último festival del verano. Una despedida bajo las notas de Carlos Sadness como primer plato de la cena. El que hiciera de las camisas hawaianas su bandera no defraudó y levantó a un público algo aletargado. Canciones siempre frescas y llenas de notas de color del hombre del pelo por la cintura tocaron el gon del comienzo de lo grande. Testigo que recogieron La Casa Azul que con electrónica pop en español desataron la irreverencia y los gritos de consignas atemporales como las de La revolución sexual o Todas tus amigas.

Cerró la noche Crystal Figthers, los reyes de la noche indie-electrónica desde hace 10 años. Los clásicos no defraudaron en la recta final de un festival que se despidió y se llevó consigo el último roce del verano.

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