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Gregory Peck: 10 años sin el hombre apacible

  • El actor, que cambió la carrera de Medicina en Berkeley por la interpretación, alcanzó el cénit con 'Matar a un ruiseñor'

Desde su quietud y su estilo sobrio, Gregory Peck fue el perfecto galán del Hollywood dorado, pero también un referente moral para el cine norteamericano, que encumbró a su abogado Atticus Finch de Matar a un ruiseñor como su mayor héroe de todos los tiempos.

Hoy se cumplen diez años de la muerte del actor que cambió la carrera de Medicina en Berkeley por la interpretación en Nueva York, una afición a la que contribuyó su abuela llevándole al cine cada fin de semana durante su infancia de hijo de divorciados.

El papel de abogado que defiende a un joven negro acusado injustamente de violación en la película dirigida por John M. Stall en 1962 le valió a Peck su único Oscar y le vino como anillo al dedo en un momento en que su acogida por la crítica no pasaba por sus mejores horas.

Su identificación con el papel fue total y la propia Harper Lee, autora de la novela en que se basó la película, aseguró que Atticus Finch le dio a Peck la oportunidad de interpretarse a sí mismo. En 2003, el American Film Institute (AFI) lo eligió como el mayor héroe del cine estadounidense, por delante de Indiana Jones.

Prueba de la faceta comprometida del actor, más allá de la pantalla, fueron su activismo antisida, la presidencia de la Sociedad Americana del Cáncer o su participación en las protestas contra la Guerra de Vietnam, contra las armas nucleares o en favor de los derechos civiles.

Aunque Gregory Peck ha pasado a la Historia como ese hombre bueno y apacible, lo cierto es que en la pantalla encaró también papeles más oscuros, como el hermano canalla de Joseph Cotten en el western El duelo al sol (1946) o el psicópata amnésico atendido por Ingrid Bergman en Recuerda (1945), de Alfred Hitchcock.

A algunos esta faceta no les resultó del todo convincente. Le reprochaba Francois Truffaut a Hitchcock en su famoso libro que Gregory Peck no era un actor realmente 'hicthcockiano': "Es hueco y no tiene mirada", decía.

Pese a todo repitió con el director británico en El proceso Paradine (1947), esta vez en la piel de un abogado que se enamora de su cliente. Y reincidió también en papeles de "malo", como el criminal nazi Josef Mengele en Los niños de Brasil (1978), en la que la nominación al Oscar como mejor actor recayó en su compañero de reparto Laurence Olivier.

Quizá el personaje por el que más le recuerda el público sea el periodista y perfecto caballero que enamora a la princesa interpretada por Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma (1953), que fue también su primera comedia romántica.

Aunque el papel estaba escrito para Cary Grant, éste lo rechazó con el argumento de que la entonces desconocida Audrey era demasiado joven para ser su pareja cinematográfica, aunque diez años después actuaron juntos en Charada.

Curiosamente, durante el rodaje de Vacaciones en Roma, fue Peck quien, recién separado de su primera esposa, se enamoró de una periodista, la francesa Veronique Passani, que le hizo una entrevista para el diario France Soir. Dos años después se casaron y ya no se separaron hasta que la muerte le alcanzó a Peck en Los Angeles un 12 de junio de 2003 a la edad de 87 años.

Otras de sus célebres parejas cinematográficas han sido Ava Gardner -El Gran Pecador(1949) y Las Nieves del Kilimanjaro (1952)- o Lauren Bacall, en la comedia romántica Mi Desconfiada Esposa (1957). Entre sus últimas películas, destaca Gringo Viejo (1989), rodada en México y dirigida por el argentino Luis Puenzo, y en la que encarnó al mordaz periodista Ambrose Bierce ya en el ocaso de su vida.

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