Guillermo Rayo vuelve a La Expositiva para presentar una enmienda a la totalidad
Guillermo Rayo es un músico atípico, un cantante peculiar para tiempos convulsos que hace tres años decidió echarle humor e imaginación a la adversa situación política y social que atravesaba el país. Empezó rescatando un género que parecía enterrado, en desuso, y jugando con las palabras, algo en lo que se muestra especialista, recuperó la canción protesta, que en su caso bautiza como canción pro-testa, en un guiño por el racionalismo cartesiano. Su querencia por el siglo de la ilustración no quedó ahí, pues más que un álbum, publicó un artefacto sonoro que llamó disco-ley, donde sus temas se disponían a modo de artículos de una ley, eso sí, algo irreverente y subversiva.
Musicalmente los artículos adquirían formas diversas, que iban de la bossa nova al tango, o del jazz al pop, y por sus letras transitaban ladrones de guante blanco, banqueros, gobernantes, docentes desautorizados y sufridos ciudadanos a los que no les llegaba la camisa al cuello. Era precisamente la cualidad de ciudadanía la que más le interesaba fomentar a Guillermo Rayo, una ciudadanía crítica, responsable y respondona capaz de hacerse oír y descubrir el truco a tanto prestidigitador travestido de político como nos rodeaba. En directo han sido ya varias las ocasiones que hemos tenido de comprobar como su original propuesta trasciende lo puramente musical. Esta noche repite en La Expositiva, aunque la situación de recuperación económica que ha situado a España como el motor de la vieja Europa -o eso nos dicen- haya dejado obsoleto su discurso.
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