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Muestra 'Entra en el laberinto y pinta sus paredes'

Laberintos de spray con historias anónimas

  • El Niño de las Pinturas esconde su rostro pero no su voz ni su pensamiento. El artista expone en el Rey Chico veinte grafitis cuyos protagonistas son personas marginadas

El Niño de las Pinturas ha hecho una mudanza momentánea. Ha trasladado los laberintos de hormigón a las paredes del Rey Chico para demostrar que el aerosol grita igual en calles que en paredes bajo techo. No importa el soporte cuando se tienen las ideas claras: el grafiti "está vivo", dice. Algo está cambiando cuando un arte antes considerado de segunda llega a los museos de todo el mundo y la mismísima RAE se decide, por fin, a incluirlo en sus páginas sin dobles efes.

Entra en el laberinto y pinta sus paredes es el nombre de la exposición de 20 grafitis que permanecerá abierta hasta el 30 de enero. La muestra gira, como explicó ayer el artista -también conocido como Sex-, en torno a la idea de ciudad como laberinto. De hecho, al comienzo del recorrido, el Niño de las Pinturas propone una reflexión: "... lo que era igual cambia. Lo que no tenía color, se colorea. Lo que estaba lleno, se vacía. Lo que estaba vacío, se llena...".

Cada lienzo contiene un pequeño trozo de calle en el que Raúl Ruiz cuenta una historia. El laberinto está siempre presente, unas veces en la imagen, de fondo, y otras en la temática. "Las ideas que pretendo reflejar surgen al principio claramente pero al final siempre te pierdes". Un ejemplo del origen de sus obras es un joven que aparece tirado en el suelo. En su caso la realidad siempre es lo que parece. "Ese dibujo surgió en Caracas, donde hice el boceto ante una imagen que me sorpendió". Precisamente en la capital venezolana es donde nacieron muchos de los grafitis que se pueden ver ahora.

Sus protagonistas suelen ser personajes olvidados o marginados. Un palestino chilla, no importa dónde ni cuándo, porque puede ser hoy o hace años. Un bebé mira mientras flota en un inexistente fluido azul. Un soldado piensa con un gesto que puede ser de arrepentimiento o resignación... "Todos tienen una pequeña historia detrás". Incluso, algunas cambian dependiendo del espectador porque, como él mismo asegura, "la persona que los mire termina el cuadro".

Entre las 20 piezas que expone en el Rey Chico, destaca especialmente el rostro desgarrado del palestino. "Cuando lo pinté en el taller tuve que darle la vuelta al lienzo" por su dureza.

"Todas las personas somos distintas pero, al final, te das cuenta de que los problemas, las historias, los laberintos que se nos plantean son muy parecidos", explica. De eso precisamente habla en la exposición. "Intento buscar el sentimiento y trasmitirlo".

Rebelde y crítico, El Niño de las Pinturas esconde su rostro pero no su voz ni su pensamiento. "Al arte callejero simplemente hay que dejarlo existir. Podríamos vivir en una ciudad llena de color", más allá de muros que no dicen nada, casas abandonadas y calles sin pena ni gloria. Él reconoce que es normal que haya diferentes opiniones respecto al grafiti, pero subraya que "hay historias que se escapan de los criterios actuales" y abogó por que los grafiteros que quieran emularle "sigan sus propios pasos".

La concejal de Juventud, María Francés, quiso ayer durante la presentación diferenciar entre "los mamarrachos que dañan" el patrimonio histórico del "grafiti como arte que merece un espacio en las salas". De ahí esta exposición. "La programación del Rey Chico comienza con una apuesta por el grafiti", con la intención de seguir promocionando el arte joven de Granada.

El Niño de las Pinturas es un claro ejemplo. Ha llenado de arte calles de ciudades como Barcelona, Bilbao, París, Milán o Caracas, expuesto en galerías de Sevilla, Gijón, París, Madrid... y participado en exhibiciones de grafiti "por medio mundo".

La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo día 30 de enero, en horario de 11 a 14 horas y de 17 a 21 horas.

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