Cultura

Latorre da vida al duende flamenco

  • El coreógrafo cordobés estrena en el Gran Teatro su último montaje, con el que inicia una nueva etapa al frente de su compañía Requetedanza · La obra muestra de forma amena diferentes palos de este arte

El coreógrafo Javier Latorre dio forma al espíritu del flamenco anoche en el Gran Teatro a través de su montaje El duende y el reloj, una obra en la que ficción y realidad se dan la mano para plasmar a través del baile el cuento del mismo nombre de Philippe Donnier, que también es autor del guión original. La obra, que retrasó su estreno en el Festival de la Guitarra de las 22:00 a las 23:00 para no coincidir con el partido de España en el Mundial, es la primera que Latorre monta para su nueva empresa, Requetedanza. El montaje está concebido para hacer comprensible el flamenco de una forma amena a cualquier persona, para lo que se apoya en el uso de las nuevas tecnologías y la animación, que se dejaron ver ayer en las tablas del coliseo.

Como indica el nombre de la obra, el duende (Karen Lugo) y el reloj son los principales protagonistas del espectáculo. Mientras que el primero apareció como un personaje innovador, el segundo se caracterizó por su inmovilismo, una actitud que el duende intenta romper a lo largo de la obra mostrándole al reloj diferentes palos del flamenco que se transforman en horas. Latorre también da vida a otros personajes históricos que tuvieron relación con los conceptos de espacio y tiempo como Leonardo da Vinci, René Descartes, Albert Einstein o Salvador Dalí, cuyos Relojes blandos sirvieron de excusa para explicar las ralentizaciones del ritmo en los fandangos.

Ricardo Luna, Jesús Corbacho, Cristian Lozano, Daniel Navarro y un cuerpo de baile formado por seis bailarines llenaron el escenario del Gran Teatro para mostrar la diferencia entre alegrías, soleá o guajira en este espectáculo en el que la animación (a cargo de Antonio Zurera) ocupó un papel fundamental a través de la interacción con los artistas.

Además de la coreografía, las proyecciones y los gráficos, la palabra hablada también sirvió de apoyo para desarrollar la historia de El duende y el reloj, un montaje en el que Javier Latorre plasma su firma y refleja su forma de concebir el baile.

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