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'Leche' con grumos poéticos

  • El Festival Cines del Sur proyecta dentro de la sección oficial la segunda parte de una trilogía en la que el turco Semih Kaplanoglu cuenta la historia de un niño poeta que ve cómo se esfuman sus sueños

El cineasta turco Semih Kaplanoglu es capaz de alimentar la vida con tres ingredientes muy básicos. Inició una intensa trilogía en 2007, donde le daba la vuelta a la tortilla y comenzaba la historia al revés de Yusuf, un poeta de 35 años con la urgente necesidad de romper su cascarón para limpiar los males del pasado. La llamó Yumurta (Huevo): un hombre y la muerte de su madre, a la que no ve hace mucho tiempo. Un año más tarde, vio la luz Süt (Leche), que desvela los grumos y las razones de su ruptura con los lazos maternos. Y este agosto, Kaplanoglu comienza a rodar Bal (Miel), donde se descubre lo que marcó al Yusuf niño de por vida.

En las antípodas del cine comercial turco, Kaplanoglu sería "uno de los cuatro autores independientes que gustan mucho y son premiados en festivales pero desagradan a la mayoría del público que prefiere historias sin ningún trasfondo". Ayer los preparativos del final de la trilogía le impidieron estar en la proyección de Leche, que participa en la sección oficial del Festival Cines del Sur. En su lugar, estuvo Melih Selçuk, que da vida al Yusuf joven en medio de una tremenda crisis de identidad.

Selçuk leyó el guión "sólo cinco días antes de comenzar a rodar". Sin embargo, el complejo mundo del poeta "introspectivo y tan metido para adentro" fue naciendo de conversaciones entre ambos a lo largo de tres meses. Un proceso que llevó al actor a conocer al personaje "casi más que a mí mismo".

Teniendo en cuenta la dificultad del papel, es comprensible. Kaplanoglu presenta aquí el sentimiento de pérdida de un niño que pasa a la edad adulta inmerso en la confusión y la desorientación. Un niño que quiere ser poeta y un adulto que termina siendo minero, debido a la falta de salidas.

En Leche, Yusuf vive con su madre en una granja junto a una pequeña ciudad minera. Después de suspender el examen de acceso a la universidad, pasa tiempo escribiendo poemas que se publican en periódicos literarios del tres al cuarto y ayudando a su madre en el negocio familiar de fabricación de quesos. Paralelamente, el cineasta retrata los cambios que se han ido produciendo en las zonas rurales de Anatolia.

La trilogía "juega con la memoria" de los espectadores en ese reloj hacia atrás que va dejando pistas y necesita de un espectador "crítico, no vago". "El director cuenta la historia de una manera sutil", explicó ayer en la rueda de prensa posterior al pase de la película Selçuk.

"Este año ha sido uno de los más fructíferos para el cine turco", dijo. "El éxito en festivales de Europa da la oportunidad de hacer este tipo de cine y conseguir financiación". Sin embargo, el actor afirmó que no ocurre lo mismo con el público, cuya "percepción no es tan buena porque la mayoría prefiere no tener que pensar cuando llega a casa sino sólo entretenerse".

La antítesis entre el cine comercial y el cine de autor es patente en Turquía en campañas dirigidas contra los artistas independientes. Una de las últimas criticaba abiertamente a uno de los cineastas más conocidos: Nuri Bilge Ceylan (con quien Kaplanoglu comparte "la sutileza y esa manera diferente de contar las historias"). "En esta campaña, aparecía un niño grabando con una cámara un paisaje muy bonito y un mensaje decía que si el niño era capaz de hacerlo, Nuri también", destacó el actor, como ejemplo del "odio de comerciales contra independientes".

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