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Leonor Watling regresa con las recetas sentimentales de 'Amor en su punto'

  • Protagoniza junto al irlandés Richard Coyle una 'gastro-comedia' rodada en inglés en la que la cocina es el 'campo de batalla'

Leonor (Ceballos) Watling, de padre español y madre británica, estrena este viernes Amor en su punto, una "gastro-comedia" rodada en inglés y dirigida por una española y un londinense que a ella le gusta, le divierte, le parece "buenísima", y por eso la recomienda, sin más calificativos. "Sinceramente, me da pereza lo de la nacionalidad del cine. Uno va a ver una película americana que no le gusta y no dice no me gusta el cine americano, dice no me ha gustado la película", afirma la actriz. Y en este sentido, abunda: "Carmina y amén es buenísima, 8 apellidos vascos es buenísima; Amor en su punto es buenísima, y da igual de dónde sean".

"Reírse es importante y en estos momentos, fundamental. Nos hace falta reír, salirnos del discurso triste", continúa Watling, que ayer promocionó en Madrid el estreno de Amor en su punto, una película que ella protagoniza junto al irlandés Richard Coyle (el reparto incluye también a Ginés García Millán, Simon Delaney, Lorcan Cranitch o Bronagh Gallagher). Los directores de esta coproducciónirlandesa, española, francesa y estadounidense, Teresa de Pelegrí y Dominic Harari, también acudieron a la presentación, que se celebró, cómo no, en un entorno de fogones, en la escuela de cocina The Kitchen Club de Madrid.

El filme transcurre en Dublín y cuenta una historia de amor entre un escritor gastronómico irlandés, Oliver (Coyle), cuyas relaciones afectivas duran siempre muy poco, y una gestora cultural española, Bibiana (Watling), a la que conoce justo cuando ésta acaba de descubrir que la persona que el presunto amor de su vida la engañaba; no tienen nada en común y en lo fundamental ni se aproximan: ella es una vegetariana comprometida con todas las buenas causas, mientras que él es un tipo "cuyo primer amor es la comida, y el segundo es él mismo". "La historia se explica a través de la comida, es su campo de batalla y, a la vez, una metáfora de lo que les pasa en su interior", dice De Pelegrí.

La codirectora y Dominic Harari, con quien lleva trabajando desde 1994, comparten el mismo sentido del humor. "Supongo que por nuestro amor en la vida real y porque nos gusta verlo en nuestras películas. El humor es terapéutico; para nosotros y para el público", apunta Harari, que sobre el aspecto multinacional de la producción afirma: "Es disfrutable desde cualquier cultura, y aparte de eso tenemos un gran afecto por ambas culturas [la española y la británica] y cuajan muy bien".

Los productores esperaron a Watling, que tuvo tiempo de tener dos hijos mientras llegaba la financiación, porque "Bibiana era un papel perfecto para ella: muy cerebral y a la vez muy apasionada". "Encontrar a Richard fue más difícil: necesitábamos un niño-hombre, con capacidad para reírse de sí mismo y a la vez resultar muy atractivo", explica De Pelegrí. Sobre su personaje, Watling dice: "Bibiana, pobre... Tiene un poco confundido el centro, está muy perdida y con muchas ganas de hacer algo importante, pero con tan poca autoestima que no cree que ella pueda ser quien lo haga, que ha de ser su pareja".

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