CRÍTICA 'AL OTRO LADO DEL MURO'

Maltrato de una buena película

Al otro lado del muro. Drama, Alemania, 2013, 102 min. Dirección: Christian Schwochow. Intérpretes: Jördis Triebel, Alexander Scheer, Tristan Göbel, Jacky Ido, Anja Antonowicz. Guión: Christian Schwochow. Fotografía: Frank Lamm.

La novelista Julia Franck vivió su infancia en Berlín Oriental hasta que en 1978 su familia se trasladó a la zona Occidental, residiendo durante los primeros meses en un centro de acogida temporal. El relato en el que se basa el guión de esta película -su novela Lagerfeuer publicada en 2003- gira en torno a sus recuerdos personales y familiares. No debe ser casual que la protagonista se pase del Berlín comunista al Occidental en 1978 y que sea ingresada en un centro de acogida temporal. La ha convertido en un muy buen guión y dirigido con sobria inteligencia Chistian Schwochow, que ya se ocupó de las relaciones entre las dos Alemanias en Niña de noviembre y también vivió el drama del paso de un Berlín a otro.

Hay que agradecerle sobre todo la sobriedad y el punto de distancia que, sin incurrir en la frialdad, carga de mayor dramatismo los hechos y de mayor contundencia la crítica -sobre todo del Berlín Oriental, pero también del Occidental- gracias al logrado ejercicio de objetividad. A la asfixiante opresión de la dictadura comunista se contrapone la dureza del centro de acogida en el que quienes buscan la libertad son muchas veces sospechosos -en el pasado de la protagonista hay datos que la hacen sospechosa de estar relacionada con el espionaje- perdidos en un laberinto burocrático. En esta tierra de nadie del tan poco acogedor centro de acogida se debate la protagonista, angustiada por su destino, por el de su hijo y por su poco afortunada vida sentimental, hasta que logra pasar a un paraíso que, como el primero y como todos, no está libre de serpiente.

La reconstrucción de los tres ambientes -Berlín Oriental, centro de acogida y Berlín Occidental- es perfecta. La angustiosa sensación de pasar de una rígida y opresiva burocracia totalitaria a otra no por democrática menos kafkiana carga a la película de una rara intensidad detenida, de un movimiento congelado que multiplica la ansiedad y la angustia de la protagonista que en su huida parece moverse en cámara lenta, como en las pesadillas. El complejo retrato de esta mujer fuerte y débil, decidida y dubitativa, amarrada a su pasado por una relación que compromete su futuro, está muy bien trazado por Schwochow y formidablemente interpretado por Jördis Triebel. Es injusto que esta buena película, que con tanta veracidad retrata un drama humano que representa el de miles de personas en la Europa partida en dos por el Telón de Acero y que con tan inteligente delicadeza se mueve entre la crónica, la denuncia, el drama y el espionaje, haya tardado más de dos años en estrenarse y lo haga en fechas tan adversas para este tipo de cine. Háganle justicia.

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