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Monumental OCG en su cumpleaños

  • La orquesta granadina conmueve al público en el Palacio de Carlos V con la interpretación de la 'Novena sinfonía' de Beethoven bajo la dirección de su titular, Salvador Mas

La Orquesta Ciudad de Granada celebró ayer su vigésimo cumpleaños de forma grandiosa. Se ganó a pulso su presencia monumental en el Palacio de Carlos V y mostró al público presente por qué se cuenta entre las mejores orquestas del país. Bajo la férrea dirección de su titular, Salvador Mas, y con la presencia como solistas de la soprano Malin Hartelius, la mezzosoprano Marina Pardo, el tenor Donald Litaker y el bajo István Kovács, la OCG interpretó la Novena sinfonía de Beethoven ante un público que quedó entusiasmado. La OCG, con 20 años, ha alcanzado ya su madures.

Por el recinto del Palacio de Carlos V pudo verse a lo más granado del ambiente institucional  de la ciudad. Entre el público estaban presentes el alcalde de Granada, José Torres Hurtado; el subdelegado del Gobierno, Antonio Cruz; el presidente de CajaGranada,  Antonio Jara, o el director del Festival de Música y Danza, Enrique Gámez,  que disfrutaron con esta fiesta musical.Salvador Mas no pudo haber elegido una obra mejor para subirla al escenario del Carlos V. Con la formación arropada por el Coro Lieder Cámara y el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada, el director demostró su capacidad de dominar una partitura casi sagrada, tan bien conocida por el público en sus mejores versiones discográficas que, cada vez que se interpreta es todo un reto para los músicos. Y la formación supo encarar con fuerza y magisterio cada uno de los pasajes de una obra que es tal vez la catedral de las sinfonías.

Mas supo llevar al público de la mano en el primer movimiento, manejando con soltura esas mareas sonoras que son la propuesta de Beethoven en su arranque, que es toda una declaración de intenciones de lo que vendrá después.

El salvaje Scherzo del segundo movimiento, tan dramático y, al mismo tiempo, tan sugerente, fue enganchando más y más al público. Ahí la orquesta, especialmente la sección de percusiones, demostró su precisión y majestuosidad, su capacidad de abordar una partitura compleja que está escrita prácticamente por el pensamiento de Beethoven, ya que cuando decidió encarar la sinfonía había perdido prácticamente todo el oído.

El tercer movimiento, tan sumamente suave y armonioso, tan lleno de ternura y salpicado de gotas de melancolía sirvió para relajar a una audiencia que estaba expectante ante lo que podía hacer la orquesta.Y llegó el último movimiento y, con él, la apoteosis. Los cuatro cantantes demostraron un dominio exquisito de la técnica y una actitud perfecta, mientras Salvador Mas se crecía a la dirección. Ese movimiento es un reto total para cualquier orquesta por los continuos vericuetos de la partitura.

Los contrabajos y los violonchelos resultaron majestuosos, al igual que el momento en que comienza, al compás de un simple triángulo, una marcha turca que, poco a poco, desemboca en la melodía final. Cuando el coro comenzó a atacar la obra, el público estaba ya completamente entregado y disfrutaba con gozo del prodigio de la música, de la hermosura de Beethoven, de su tremenda inteligencia a la hora de escribir.

El final resultó apoteósico y el público se rindió por completo ante la OCG, una orquesta que es prácticamente el sueño de Granada. Que una formación con esa madurez y maestría sea fruto del esfuerzo colectivo de la ciudad es algo que, hace veinte años, nadie habría creído. Pero allí estaba la orquesta para demostrarlo, para enseñar toda su vitalidad, su contundencia. La OCG es una orquesta rotunda, seria y llena de posibilidades. Anoche, en su cumpleaños, lo demostró con creces. Ahora sólo le queda seguir creciendo y creciendo.

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