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Mujeres en rebelión

  • Ocho años después de su debut, Chiwoniso deslumbra con su segundo álbum, 'Rebel woman', con un sonido más maduro

Sí, es verdad que la victoria de Barack Obama cierra un círculo que cumple con el sueño de Martin Luther King en su discurso del Lincoln Memorial durante la marcha sobre Washington. También lo es que resulta imposible mostrarse cínico o descreído ante los cambios posibles cuando Obama nos pone delante de las narices el caso de Ann Nixon Cooper, la votante negra de Atlanta, Georgia, que a sus 106 años se ha convertido en el mismísimo símbolo del cambio que representa el nuevo presidente electo de los EEUU. Pero también es cierto que la misma semana que la primera potencia mundial nos muestra su mejor cara y nos aporta un chute de esperanza, en África se producen dos noticias sobrecogedoras que evidencian lo largo y empinado del camino que está por venir. La primera es la crónica de Asha, una joven somalí de 14 años que tras ser violada por varios hombres fue enjuiciada y condenada a la lapidación por adulterio. La segunda es la condena que una jueza ha impuesto a dos mujeres que denunciaron acoso sexual en Argelia. Sólo dos ejemplos que ilustran la situación de las mujeres en África. Por eso se convierte en deber moral intentar que obtengan repercusión artistas como Chiwoniso.

Hija del también músico Dumisani Maraire, creció en la ciudad de Olympia, en el estado norteamericano de Washington, para trasladarse con su familia a Harare, capital de Zimbabwe, cuando contaba con 15 años. Allí entró a formar parte del grupo de afro-pop Andy Brown & The Storm para finalmente iniciar su carrera en solitario. Poseedora de una voz dulce y aniñada deudora de las más melosas cantantes de R&B, Chiwoniso toca además la mbira, una especie de piano africano que se toca con los pulgares, y que hasta los 60 estaba reservado en exclusiva a los hombres. Por eso no debe ser gratuito el nombre escogido para titular éste, su segundo álbum.

Tras ocho años entre su debut y este Rebel woman, la zimbabwense ha dejado madurar su sonido, que funde hábilmente la tradición africana con las tendencias modernas del continente y ciertos elementos de rhythm&blues. Cuenta para ello con la colaboración de una banda panafricana plena de nombres ilustres por encima de la cual vuela orgullosa su voz melodiosa y el tono dulce y melancólico de la mbira. Una producción muy del gusto occidental no logra ocultar la sinceridad de la propuesta.

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