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Mas y la OCG, una perfecta conjunción

Salvador Mas vuelve a visitar Granada como director titular de la Orquesta Ciudad de Granada, y con su intervención al frente de la OCG y su Coro despejó, si es que quedaba alguna, las dudas de que él es el director que nuestra orquesta necesitaba. Al verlo en el podio de director se percibe una química con los componentes de ambas formaciones que hacía tiempo que echábamos de menos. Su gesto es preciso, y la respuesta de los músicos oportuna, formando un equipo en perfecta conjunción.

En el tercer concierto del festival Ángeles y demonios se programaron dos obras de Mozart: una sinfonía y una misa. La sinfonía escogida fue la número 36, que con el sobrenombre de Linz inaugura el conjunto de las cinco últimas del autor. Obra optimista y ligera en sus planteamientos temáticos, resulta una de las partituras más amables de la última década de vida del autor, evidenciando el momento de bonanza y felicidad que Mozart vivía junto a su mujer Constance. Salvador Mas planteó unas dinámicas muy variadas y unos tempi bastante vivos que reforzaron el carácter de la obra. La OCG vuelve a sonar con una sonoridad propia, en la que los vientos destacan por su buen hacer y su musicalidad.

En la segunda parte se interpretó la colosal Gran Misa en Do menor. Esta obra sigue la tradición compositiva de otros autores precedentes que, como Bach, dedicaron su técnica y su inventiva a la escritura de un monumento sonoro con el formato propio del rito cristiano. Así, la Gran Misa en Do menor de Mozart es reconocida como la más pretenciosa y brillante composición del autor dentro del género religioso. Desgraciadamente, quedó incompleta, pues no terminó la orquestación de algunas partes, y dejó sin escribir los números que seguían al Et incarnatus del credo, salvo los apuntes inconclusos del sanctus. Por este motivo, no ha sido tan interpretada, pues requiere de un trabajo de revisión para ello. Esa labor ha sido realizada en esta ocasión por Salvador Mas, que ha completado los fragmentos inconclusos y ha re-escrito una versión a doble coro del sanctus.

Una vez más, hay que felicitar al Coro de la OCG por su trabajo y entrega en la interpretación de este programa. La Misa de Mozart exige en la parte coral fuerza, agilidad y musicalidad, cualidades que el Coro de la OCG demostró tener sobradamente. El trabajo con Salvador Mas se hizo evidente en una perfecta dicción del texto, una enorme ductilidad puesta al servicio de las dinámicas y una calidad expresiva que, fundida con la parte orquestal, contribuyeron al éxito de la interpretación. Junto a ellos, un cuarteto solista en el que destacó particularmente la soprano Ofelia Salas que, pese a sentirse indispuesta, llenó la escena en cada una de las cruciales intervenciones que Mozart dejó escritas. Su enorme musicalidad y su calidad técnica hicieron de sus solos en el Laudamus te del gloria o en el Et incarnatus del credo dos de los momentos sublimes; la soprano supo suplir la falta de potencia y brillo producidas por su afección con una perfecta emisión y un encomiable control en los pasajes más delicados.

Emocionados y sobrecogidos por la rotundidad y belleza de la Gran Misa en Do menor construida por Mas, el público asistente dedicó una decidida y prolongada ovación al coro, a la orquesta y a los solistas, que esa noche merecían todos los reconocimientos.

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