Artistas de Granada

Paisajes de identidades imprevistas

  • Irene Sánchez nos sitúa en una ambientación donde se indaga sobre ciertos parámetros de lo real, ese paisaje determinante que sirve de plataforma para crear una conciencia ilustrativa que condiciona el propio estamento pictórico del paisaje

Paisajes de identidades imprevistas

Paisajes de identidades imprevistas / G. H.

Durante la semana artística grande Madrid, con ARCO y sus Ferias satélites llenándolo absolutamente todo de producción artística, con el comercio del arte buscando la ansiada normalidad que abra unas perspectivas, apagadas como casi todo por los efectos de la pandemia, las galerías ofertando mucho de lo que tenían guardado y el aficionado viendo que todo era igual que antes y que esa normalidad existencial no hacía atisbar grandes cambios, sí hemos visto que el arte granadino, esa gran burbuja que acoge a todos los que, desde la ciudad, trabajan desarrollando ese momento dulce que mantiene lo que se hace en Granada, sigue planteando esos buenos esquemas que, desde hace tres décadas, se proyectan al resto de España. En ARCO, varios artistas granadinos o vinculados fuertemente a Granada ocupan espacios en los stands siete y nueve de IFEMA; el Premio de las Cervezas Alhambra afianzaba su proyección, en INICIARTE se presentaba obras de artistas granadinos. Y galerías de las de peso específico en los circuitos madrileños, presentaban obras de artistas de Granada.

Paco Pomet inauguraba, en My name’s Lolita –muestra de la que dimos cumplida información en las páginas de este periódico– y que ofrecía esa descontextualidad de la realidad que desencadena en un muestrario distópico de imágenes apasionantes. Era, en definitiva, mucha y buena la presencia de artistas muy relacionado con Granada y su momento dulce en el discurrir del arte contemporáneo español.

Irene Sánchez presentaba su obra en la galería La Cámara Oscura; allí, en la primera planta de una casa rehabilitada, pudimos deleitarnos con la obra de esta artista, cuya poderosa personalidad artística volvía a hacerse presente en una muestra que patrocinaba ese paisaje donde la realidad está matizada por una envoltura de misterios, enigmas, silencios y mágicas ensoñaciones.

A Irene Sánchez, los retos importantes no le cogen desprevenida, ni mucho menos. Su joven carrera –ella es granadina de 1983– está jalonada de significativos reconocimientos –Ayuda INJUVE para la creación joven, la beca INCIARTE, entre otros– y apariciones en importantes espacios expositivos –Centro Damián Bayón, Palacio de los Condes de Gabia, Espacio Olvera de Sevilla, Casa Sostoa de Málaga, en el CUC de Antequera o en la Casa Pinillos de Cádiz, con la muestra “Breviario de la montaña”, exposición esta de triste recuerdo por la mala gestión de los dirigentes del Museo de Cádiz y por extensión de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que dejó sin abrir la muestra al público por falta de personal, según comentaron–. Ahora llega a la galería madrileña, donde ya había expuesto anteriormente, con un cuidado muestrario de ese particular paisajismo donde lo mediato y lo inmediato funden sus fronteras para crear un sistema representativo con la montañas como especialísimo centro de interés.

La artista granadina nos sitúa en una ambientación, que ya fue objeto de sus últimas comparecencias, donde se indaga sobre ciertos parámetros de lo real, ese paisaje determinante que sirve de plataforma para crear una conciencia ilustrativa que condiciona el propio estamento pictórico del paisaje. Porque la pintura de Irene Sánchez es mucho más que el propio paisaje. Este se convierte en una mera metáfora de lo real, de la existencia –aunque la ausencia de lo humano sea casi una constante-, de una naturaleza determinante que condiciona el hilo conductor de la representación.

La montaña es patrimonio de un juego ilustrativo que deja en suspenso lo real, que abre perspectivas y ampara situaciones que oscilan entre lo estético, lo natural, lo presentido , lo que está ausente, lo que se interpreta; en definitiva, una visión mediata de lo inmediato.

De nuevo, la pintura de Irene Sánchez promueve espacios de identidades emotivas, que suscriben realidades donde, además se atisban posiciones marcadas por el conocimiento de un arte que ella lleva a unos horizontes llenos de suma fortaleza.

El arte que se hace en Granada vuelve a tomar protagonismo en una artista que es, ya, la constatación de ese momento importante del arte de la ciudad

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