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Pasajeros de un viaje al final del mundo

  • El fotógrafo granadino Cecilio Puertas reflexiona en 'Terminal' sobre el fin de nuestras vidas y lo que queremos de ella

Cecilio Puertas ha pasado en los últimos cuatro años horas interminables en estaciones, aeropuertos y muelles y ha fotografiado lo que estos lugares tienen de limbos a ninguna parte. Terminal es una cruz y muchas caras de desesperación donde las imágenes muestran "a personas en situaciones límite y que parecen estar a punto de fallecer". El Rey Chico expone hasta el próximo 24 de junio Terminal, una reflexión de la vida como viaje: "Puede ser el final o el principio de todo".

Las fotografías, a medio camino entre lo divino y lo mundano, son una parábola imaginaria que podría ilustrar perfectamente textos de tipo apocalíptico. Se da la burla que lleva al cuerpo a abandonarse en cementos impropios de la vida diaria o a dormir en los lugares más incómodos. "Algunos se fabrican en las terminales su propio hábitat. Como un rinconcito donde pasar el tiempo".

Especialmente delirante, una imagen recoge un instante del camino en barco de Almería a Nador donde un grupo de personas aparecen tiradas como esperando el fin del mundo. Una luz tenue empeora la cosa.

El equipo 4.000 flores, integrado por Cecilio Puertas, Daniel Tomás, Pedro Puertas, María Martín y Almudena Lara, propone una metáfora con una instalación en la que una cruz es el hilo conductor. Sus cuatro huecos sirven para distribuir las 31 fotografías que Puertas ha hecho en terminales de transporte de Madrid, Barcelona, Buenos Aires o Nador. Viéndolas parece imposible que exista un lugar más insoportable que una estación de tren o un aeropuerto en plena huelga.

En sus numerosos viajes por el mundo cámara en mano, Cecilio Puertas podría haber escogido la típica escena feliz de la evasión en lugares extranjeros o caras sonrientes, pero se ha quedado con lo lúgubre de las terminales de transporte haciendo un paralelismo con la vida.

La cruz

El primer espacio de la cruz está dedicado al punto de información y son protagonistas los paneles con los horarios. Sería la fase iniciática del viaje, repleta de flechas y números sin sentido y que, sin embargo, guardan el secreto del inquietante destino. Es una fase de búsqueda donde sólo se 'salva' el más listo y en donde aparece gente de tránsito, "en su mayoría jóvenes expectantes".

El punto de facturación es la segunda parada, "el lugar donde dejamos la maleta y nos quedamos sólo con el equipaje de mano" y correspondería al momento de la vida en el que una persona confiesa sus pecados, quedándose más ligero, más libre. Un sacerdote facturando, un altar en una estación de autobuses o una limpiadora que se encarga de borrar el paso de los viajeros son algunas de las fotografías que se pueden ver. "Son personas mayores y más serias" que se saben en un punto trascendental de sus vidas.

El tercer hueco es la sala de espera. Personas pensativas, comiendo o descansando ajenas a todo lo demás. Es quizás esta parte la más conmovedora porque se dejan a un lado los remilgos del día a día y la silla más dura del mundo se convierte en la única opción para matar el tiempo.

El final llega con el embarque y las fotos más significativas. Las bandejas con comida son la última cena y las terminales comienzan a vaciarse. Unas escaleras hacia arriba simbolizan el cielo y unas hacia abajo el infierno, deseando irónicamente un buen viaje.. Una luz sería el final.

Cecilio Puertas propone una reflexión: "El final está por llegar! A cada uno le llegará en un determinado momento de su vida. De una forma u otra, cuando llegue, no importará si triunfaste en tu carrera, si te compraste el deportivo último modelo, si amueblaste tu casa con esos muebles de diseño que tanto te gustaban, o si contrataste al mayordomo de Ferrero Roché. Dicen que antes de morir, en tu mente, se proyecta una película con los momentos más felices de tu vida, haz un recuento y piensa en tu final... ¿Cuáles te faltan por crear?".

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