Los miles de personas que pagaron este fin de semana su entrada para asistir al Palacio de Congresos para ver Desatadas tenían una expectativa generalizada: pasar un rato divertido. Objetivo cumplido. La comedia teatral escrita y dirigida por Félix Sabroso es un traje hecho a medida para Paz Padilla, cuyo don para hacer reír quedó patente en cada uno de los personajes que, a modo de sketches, fue interpretando en el escenario. Junto a sus compañeras Rocío Marín y Esther Rivas, también en estado de gracia, la popular actriz y presentadora gaditana supo meterse en el bolsillo a los espectadores con una interpretación muy natural, muy de ella, con sus citas de guion, pero también con sus múltiples improvisaciones. Eso supedita un poco a sus compañeras de tablas, incluso hasta desconcertarlas, pero también sube la nota de diversión de la obra.
Desatadas no tiene mayor pretensión que hacer pasar un rato muy divertido a quien la presencia, aunque en el trasfondo hay muchos aspectos emocionales y psíquicos de la sociedad actual que están bien representados, y que los que están en el patio de butacas reconocen con facilidad, les resultan familiares. Las diversas tramas se desarrollan en un centro de salud mental y, en escenas independientes, van desfilando diversos personajes femeninos que reflejan temas cotidianos como la religión, el miedo a la soledad, el engaño a la pareja, la competitividad en el ámbito profesional, la crueldad familiar, el desamor o la muerte. A veces la comedia se tiñe de un tono ácido que recurre a los momentos desternillantes de Paz Padilla para utilizar el humor como arma contra la cruda realidad.
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