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Pérez Zúñiga narra en 'Escarcha' cómo se deshace la pureza infantil

  • La obra es como una especie de ajuste de cuentas con el pasado del autor, que se crió y pasó su juventud en Granada

Tras el éxito de La fuga del maestro Tartini, premio Torrente Ballester, o No Cantaremos en tierra de extraños, Ernesto Pérez Zúñiga vuelve con Escarcha, una novela de iniciación, en la Granada de la Transición política, donde habla de cómo la pureza de los niños se extravía en el mundo de los adultos.

Una pureza, que, en opinión de Pérez Zúñiga (Madrid, 1971) "sirve como metáfora porque destroza también la pureza del desarrollo pleno del que será adulto", añade el autor.

La novela empezó como un ajuste de cuentas con la vida y terminó como una reconciliación"

En este sentido, y en muchos otros, Escarcha, publicado por Galaxia Gutenberg es "una novela de catarsis, con muchas capas y temas; pero en un momento en el que salen a la luz temas como el maltrato o el abuso infantil, esta novela "puede ser un espejo para nuestra sociedad", precisa el narrador y poeta.

Escarcha tiene como protagonista a Manuel Montengro (Monte), un adolescente sensible, con alma de poeta que vive en Granada con la sensación de extravío desde su infancia, en medio de una familia con un abuelo héroe de guerra, un sargento republicano que participó en la liberación de París y quien le aporta reflexión y otro abuelo médico, del bando de los ganadores.

También tiene una madre pianista y tolerante y un padre, profesor de Universidad, quien le dice: "Cuando mueras solo te examinarán de amor", dos hermanos y una tribu de amigos con los que va creciendo y experimentando en Granada, a quien denomina "escarcha" y por donde está la presencia de Lorca y su muerte.

Pero también en este camino de aprendizaje Monte se encuentra con un profesor de música, Robin, quien está en el empeño de robar, con su confuso deseo, la pureza de sus alumnos.

Un libro lleno de secretos de familia, tesoros ocultos, amores primerizos, deseos, primeras lecturas, alcoholes, peleas, frustraciones, pérdidas y muerte en este viaje que es la vida, hasta que el protagonista se reconcilia consigo mismo.

"Yo quería haber escrito esta novela hace muchísimo tiempo, pero quizá no estaba preparado para afrontarla. No tenía la suficiente madurez ni experiencia. No como escritor, sino como ser humano", argumenta Zúñiga.

"Esta novela tiene una particularidad frente a las demás -precisa- es una fusión casi alquímica de experiencia e imaginación. Hay novelas que están más en el lado de la imaginación que otras. En mi trayectoria ésta está más del lado de la experiencia", añade.

Una obra que es casi una especie de ajuste de cuentas con el pasado del autor que se crió y pasó su juventud en Granada.

"Esta novela empezó como un ajuste de cuentas con la vida y luego terminó como una reconciliación. Esa reconciliación que tiene que ver con el propio mundo donde me crié, con la propia Granada, mi historia, esencia y camino. Todo esto tiene que ver con ese viaje que está simbolizado en la pérdida del alma o de la visión y la recuperación", explica el autor.

La novela comienza con la historia de este niño que tiene una verruga, que simboliza el tercer ojo. "Todo el camino de la novela, desde la infancia hasta la adolescencia, es una dialéctica entre la necesidad de ver, de seguir viendo y estar conectado con la esencia del mundo, y el encuentro con la realidad, la educación, las pasiones de los demás", subraya.

"Cuando me di cuenta de que me había criado en la ciudad donde había crecido Lorca, una Granada que lo había matado de alguna manera, en el sentido de haberlo permitido a través de la habladuría, el silencio, las bromas o el insulto del maricón, fue cuando me puse a escribir el libro", en 2014.

"Granada es muy conservadora. Y de hecho en la novela creo que hay un retrato de esa sociedad granadina, y es por eso que el protagonista le da el nombre de escarcha".

"Hay escarcha en Granada y en España también porque Granada representa muy bien lo que ha sido España. Por un lado tiene la vitalidad, la belleza geográfica, la belleza histórica y al mismo tiempo una historia brutal en la que el ser -y justo Lorca hablaba de estas cosas- no se puede realizar porque si te realizas te matan porque no entra en el sistema que sea, a lo largo de la historia de España", concluye el autor.

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