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Poderosa gramática abstracta

  • La exposición del granadino Jesús Chinchilla en la galería Toro nos acerca a la obra de un pintor con experiencia, mucho oficio y un lenguaje pictórico con carácter, sabio y consciente.

Con lo que está cayendo -por mucho que nos quieran convencer de lo contrario o, al menos, que lo peor ya ha pasado y se abre un tiempo de bonanza-, con la espada de Damocles de la crisis económica encima de las cabezas de casi todos y con el interés por lo artístico en lo más bajo de la escala del mercado y de las pretensiones de los ciudadanos, tiene mucho mérito que una galería se mantenga viva y, lo que es más importante, con la ilusión alta y el entusiasmo intacto. De todos es sabido que en Granada -como en muchísimos otros sitios- casi todas las galerías han echado el cierre, incluso aquellas con un alto porcentaje de actividad exitosa, y muy pocas continúan ofreciendo su ilusionante mercancía cultural para el disfrute de los aficionados.

Hay que tener en cuenta, además, que el concepto tradicional de galería está muy cuestionado y la filosofía que lo animaba absolutamente puesta en tela de juicio. Los artistas se encuentran bastante indefensos y los modos habituales de canalizar su obra y darla a conocer se han derivado por otros derroteros. Por eso, espacios como el de la Galería Toro son necesarios y deben seguir siendo las sendas abiertas para que la gran cantidad de artistas que en la zona existen puedan hacer discurrir el trabajo que sale de sus talleres.

Muchos años lleva la sala de la calle San Miguel Alto generando actividad artística. Lo ha hecho y lo sigue haciendo de forma humilde, muy alejada de las alaracas desorbitadas que tanto abundan en esta profesión desquiciada en la que muchos -y muchas-, por casi nada, se creían abanderados de absurdos y desarrollaban poses de divismo que, más que nada, aborchornaban por el ridículo manifiesto que ofertaban.

Una exposición del granadino Jesús Chinchilla continúa la programación de esta galería y nos acerca a la obra de un pintor que, sin gozar de las excelencias mediáticas que otros han conseguido -algunos por mérito propio, otros por estar tocados con la varita mágica de la suerte y otros no sabemos muy bien a qué es debido -, es un artista con experiencia, con mucho oficio y con un lenguaje pictórico con carácter, sabio y consciente de lo que hace y de lo que quiere.

La muestra se presenta con el nombre de Revisiones y responde, efectivamente, a algunos de los planteamientos pictóricos que han regido la carrera de este artista. Hay que empezar comentando que Jesús Chinchilla es un autor que realiza una pintura eminentemente abstracta, con una apuesta decidida por lo esencial; trocando la referencia concreta por una matizada evocación acertadamente puesta en escena mediante una pasaionada gramática colorista, base sustentante de una sintaxis pictórica que organiza, de forma convincente y muy bien estructurada, unos campos cromáticos puros que solos o admitiendo leves insinuaciones, también, coloristas, nos abren los infinitos abanicos de posibilidades donde la evocación hace transitar a la mirada por rutas imprevisibles llenas de contundente apasionamiento formal.

La Galería Toro acoge obras de pequeño y gran formato que, básicamente, aglutina grandes series realizadas por Jesús Chinchilla a lo largo de estos últimos años y en las que nos presenta obras muy sutiles, de un gran encanto visual y una medida distribución compositiva -Abáco de los buenos presagios, Abalorio en estructura, Jardín de la Sibila -, así como piezas de mayor contundencia formal que manifiesta el dominio de la pintura abstracta - La puerta de la necrópolis, Adarve blanco, Código de barras...-.

Estamos, en definitiva, ante la pintura de un artista dominador, hacedor poderoso de una abstracción que expande con la rigurosidad del que sabe lo que tiene entre manos y del que está convencido de la gramática formal que debe utilizar.

La Galería Toro y Jesús Chinchilla aglutinan este estamento artístico, ahora con los pulsos poco tensionados, donde galerista y autor formaban un tándem poderoso para establecer la dinñamica de un arte que debe conseguir su habitual camino. Con esta exposición, el espectador puede sentir que se ha recuperado un tiempo que parecía perdido.

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