El maltrato sufrido por el sector cultural en los últimos tiempos ha provocado que se generen nuevas fórmulas de creación e interacción artística surgidas desde la base y encaminadas a sortear las dificultades que crecientemente se imponen desde las administraciones a través de la sobre-regulación a la que someten al sector. Sea esa o no la única motivación, el caso es que la inventiva de los promotores y agentes culturales no deja de sorprender y en la línea de otras iniciativas como LiveTheRoof (que ofrecía conciertos en tejados y azoteas) o MiLivingRoom (que hacía lo propio en salones de casas particulares), y que han puesto de moda la celebración de conciertos y otras actividades artísticas en lugares insólitos, surge Redetejas, la última ocurrencia para llevar al público a espacios privados convertidos en improvisadas salas de conciertos.

Mañana tendrá lugar, en tres terrazas ubicadas en los barrios del Realejo y el Albayzín, la cuarta entrega del proyecto. La dinámica es sencilla. Seleccionados tres espacios y tres espectáculos, que en este caso encarnan los grupos musicales Minha Lua y Sonora, y el mago Miguel Ángel Gea, se asigna un espectáculo a cada una de las azoteas. A continuación, el público previamente seleccionado, en total un centenar de personas, se divide en tres grupos de una treintena aproximadamente, y cada uno de ellos, acompañado por un guía, recorre los tres espacios de manera rotatoria, en una ruta y un horario previamente determinado.

Uno de los puntos clave de esta iniciativa reside en el hecho de que al celebrarse en un recinto privado, el evento no puede ser considerado público sino que conserva el carácter privado, y de ello se derivan determinadas consecuencias que afectan, entre otras, a la relación mercantil entre el organizador y el invitado, a la responsabilidad civil que pudiera derivarse de cualquier contingencia o a la restringida difusión que pueda hacerse del evento.