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Regreso al futuro en el Falla

  • Estrella Morente y la Orquesta Ciudad de Granada conquistan al público en el concierto de reapertura del Auditorio Manuel de Falla pese a los problemas técnicos que enturbiaron parte de la actuación

Como exploradores en su propia casa. Así cruzaron ayer los espectadores el umbral del Auditorio Manuel de Falla, redescubriendo la sala de conciertos tras dos años de obras. Una vez inspeccionada la reforma como peritos en prácticas, el público estrenó los asientos de 500 euros para comenzar un viaje musical con el rugido de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG) y la seda de Estrella Morente. La cantaora tuvo que sobreponerse a un atasco que la hizo llegar con el tiempo justo para subirse al escenario y a los altavoces del auditorio, que se acoplaron durante toda su actuación, teniendo que dejarse parte de su voz en el tintero ante la cara de circunstancia de su padre, Enrique Morente, sentado en el palco junto a su familia. En la primera parte del concierto la artista cantó, pero fueron los altavoces los que dieron la nota.

Los músicos se instalaron por su parte en sus asientos -más normalitos- y Juanjo Mena, director invitado de la noche y responsable de la BBC Philarmonic Orchestra, indicó el comienzo del concierto con la interpretación de La vida breve, de Manuel de Falla. Pocas veces los oídos de los espectadores habrán estado tan atentos para captar matices, para comprobar que la reverberación del Auditorio es de 1,85 segundos para la región de las frecuencias medias, la más adecuada para una sala de estas características. Es decir, que tras soportar dos años la acústica imposible del Palacio de Congresos, los espectadores y los músicos estaban encantados de conocerse. Y de oírse.

Con un programa dedicado íntegramente al compositor gaditano, los más de 1.200 espectadores que llenaban el auditorio ya se sentían en casa en los primeros compases del Interludio y danza de La vida breve. Es lo que sucede con las obras, como la que 'asoló' la Gran Vía durante más de un año pero que ya nadie recuerda al pasear por sus anchas y espaciosas aceras.

Era una noche de fiesta y sólo faltaba Estrella Morente en el escenario para redondear la velada. Apareció para cantar las Siete canciones populares de Manuel de Falla y los espectadores se acomodaran aún mejor en sus flamantes asientos -que no eran todo lo cómodos que prometían ser- para escuchar los temas El paño moruno, Asturiana, Nana y Polo. El pasado domingo puso patas arriba la Bienal de Flamenco de Sevilla con una soleá en el estreno de Estrella de Granada -espectáculo que gira en torno al Concurso de Cante Jondo de 1922, del que Manuel de Falla fue uno de los grandes impulsores- y ayer revolucionó el Auditorio Manuel de Falla con su cante medido pese a las circunstancias adversas. Una semana para el recuerdo triunfando en el templo del flamenco y en la catedral de la música clásica. Y todo bajo la acogedora sombra del compositor gaditano.

De hecho, Estrella personifica en su trayectoria la esencia de la remodelación del auditorio: "El proyecto ha mantenido la esencia del edificio original para devolverle la modernidad", según explica el arquitecto Federico Arcos Zafra. Y así es la arquitectura del cante de la artista granadina, manteniendo la tradición pero llevándola al siglo XXI.

La OCG, ya en solitario, prosiguió el concierto con las dos primeras suites del Sombrero de tres picos como preludio al momento más mágico de la noche, con Estrella Morente adentrándose en El amor brujo en uno de esos encuentros entre el flamenco y la música clásica que quedan para la historia. Como cuando Paco de Lucía interpretó en 1991 el Concierto de Aranjuez con la Orquesta de Cadaqués. El amor brujo es una obra que Falla escribió para una mezzosoprano aunque Estrella se hizo un traje a medida con la partitura. "No es fácil, pero me voy a refugiar en un Falla que, personalmente, me llega de una manera muy especial porque han sido muchas las tardes en que yo he jugado cerca de esa casa y he soñado con su música a través de los comentarios de familia y conversaciones de sobremesa con intelectuales como Almudena Grandes, Luis García Montero o Mariano Maresca", dijo la cantaora en la presentación del concierto.

Y es lo que hizo ayer, soñar con su voz acunada por la batuta del maestro Juanjo Mena, el sonido de la Orquesta Ciudad de Granada y la perfecta acústica del Auditorio Manuel de Falla, pero no así la de sus infames nuevos altavoces.

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