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Pepe Romero da una clase magistral en el Festival de la Guitarra de Granada

  • La leyenda viva de las seis cuerdas hermanó durante su recital a Ravel con músicos españoles

El artista malagueño actúa en el Festival de la Guitarra de Granada.

El artista malagueño actúa en el Festival de la Guitarra de Granada. / josé albornoz

Pepe Romero volvió a acreditar su condición de maestro de maestros. El recital que ofreció en el primer Festival de la Guitarra de Granada el viernes puso de manifiesto que además del dominio de la técnica del instrumento, consigue transmitir emociones y lo hace en un tono muy personal. Lo suyo es tocar música en maýusculas; dar clases magistrales.

El directo celebrado en el Teatro Isabel la Católica, que volvió a llenarse como viene sucediendo durante todo el festival, giraba en torno a Maurice Ravel y a sus amigos españoles en el París de finales del XIX y principios del XX, al que llegaron numerosos compositores para impregnarse de las armonías francesas. Comenzó con una cuidada transcripción de Pavana para una infanta difunta de Ravel, en la que la guitarra recoge lo esencial de esta célebre composición.

Los ágiles rasgueos del malagueño y la belleza de sus pulsaciones encantaron al público

Después, la layenda viva de las seis cuerdas fue desgranando la trayectoria de cada uno de los compositores que tanto admiraron al músico galo: Manuel de Falla; Enrique Granados; Joaquín Turina; Joaquín Rodrigo; Francisco Tárrega; Federico Moreno Torroba; Isaac Albéniz; Joaquim Malats; Agustín Pío Barrios y Ricardo Viñes. Romero ilustró oralmente, cuando fue preciso, sus intervenciones, contribuyendo con ello a que fuera por todos accesible el sentido programático del concierto.

Es difícil subrayar algún aspecto sobresaliente en la ejecución del repertorio elegido, porque el malagueño tiene un dominio de todas las cualidades necesarias para ser concertista de guitarra. Acaso por citar dos detalles especialmente atractivos de sus interpretaciones, mencionar los ágiles rasgeos o la belleza de sus pulsaciones. Además, su figura sobre el escenario rebosó amabilidad. Desde el principio conectó con el público, que le dedicó amplias ovaciones.

Al final, ante los insistentes aplausos, Romero regaló tres piezas fuera de programa. Dos de Albéniz, sin faltar Granada, y como colofón la Fantasía Cubana escriba por su padre, Celedonio Romero, una obra de un atractivo impresionante y donde exprimió con belleza, pasajes prácticamente imposibles, salvo para un talento como el suyo.

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