Habla de literatura delante de un plato de jamón de Trevélez. Por algo fue editora de Manuel Vázquez Montalbán. Rosa Regàs participó ayer en el ciclo Obra inédita que organiza el Centro Andaluz de las Letras (CAL) en la Casa de los Tiros en un acto presentado por Magdalena Trillo, directora de Granada Hoy. La autora de Pobre corazón habló antes del acto sobre cómo se plantea y cómo llega a cuajar un libro. "Cada persona lo hace de una manera distinta, en mi caso surge de una idea que va creciendo, elaboro una estructura y me pongo a escribir", explica con sencillez. A continuación pone sobre la mesa dos proyectos de novela que no pasaron de ahí, como semillas sin germinar. Uno de ellos se titulaba Asesinato en la Biblioteca Nacional y lo concibió precisamente al final de su periplo como directora de la institución. "Buscaba un escenario para una novela policíaca y se me ocurrió este", dice demostrando que no hay que moverse mucho para encontrar grandes historias. La segunda novela trataba sobre "un hombre superdotado que viaja por el mundo, con una vida compleja y complicada, la historia de un aventurero".

Después habla de otra historia fallida, la República, "El amor por la cultura que tenían personas como Azaña era mucho mayor del que tienen nuestros políticos, eso es evidente, están demasiado ocupados en reuniones y con mítines", continúa la escritora que comenzó sus estudios en un colegio laico en Francia y que, a su llegada a España, prosiguió en una escuela de monjas. "Estaban convencidos de que sólo con la cultura se puede cambiar la sociedad porque la economía nos puede hacer más ricos, tener mejores coches, pero si cuando éramos pobres éramos horteras lo seguimos siendo cuando somos ricos si la cultura no entra en nuestras vidas". En resumen, "aún no hemos alcanzado el nivel de las escuelas en la República".

En este contexto, ¿qué opina Rosa Regàs del pacto de estado por la educación? ¿Es escéptica? "No", responde sin vacilar. "Veo con escepticismo la postura del PP, que le pongan lo que le pongan todo le parece mal, pero creo que es encomiable tener un Gobierno que pese a ser ultrajado tiene la intención de hacer un pacto con todos, dentro de una situación que es igual en todos los países del mundo".

Ahora se sitúa en el punto de intersección de la política y la literatura y destaca al ministro de Educación, Ángel Gabilondo, "uno de los mejores de nuestro país y además un fantástico literato". "Pero no se me ocurre cuál de los escritores que conozco sería un buen político, porque hacen falta otras cosas, tener esa llamada para lo que es la vida pública que no tiene que tener un literato necesariamente", termina Regàs.