La artista granadina Rosa Díaz inicia nueva andadura en solitario con su recientemente creada compañía La Rous. Lo hace estrenando La casa del abuelo. La Rous pone en escena el que es su primer espectáculo de pequeño formato. Pensado para niños y niñas a partir de 4 años, en el que la propia Rosa Díaz ha puesto un especial cariño, "nace de un proyecto que escribí tras la muerte de mi padre en el año 2005, y siempre he tenido muchas ganas de hacerlo."

El montaje habla de la muerte de un ser querido y de que la vida continúa, "que hay que asumir la muerte de una manera muy tranquila y muy natural, que no hay que darle siempre la importancia que se le esta dando, sobre todo de cara al mundo de los niños, que siempre es como algo muy traumático, y el punto de partida de la muerte debería ser tan tranquilo como el del nacimiento".

El espíritu de la obra se podría resumir en una sola frase: "Dicen que los que se van sobreviven gracias al recuerdo que pervive de ellos en quienes les amaron...".

Para La casa del abuelo han aportado su granito de arena, los hermanos y las hermanas, catorce en total, de Rosa Díaz. Les pidió a cada uno que le escribieran una carta contándole qué recuerdos y qué cosas habían quedado en ellos tras la muerte de su padre, a partir de ahí cada uno le mandó una carta, repletas de emociones. Y con todo eso se ha hecho un collage, cogiendo de cada uno lo que mejor le iba al espectáculo. "De aquí salieron los cimientos del espectáculo en el que los protagonistas son un abuelo, una abuela y su nieta, jugando con los títeres" y con la actuación que desempeña la propia Rosa Díaz.

La historia comienza o gira en torno a un escritorio que ha dejado el padre a la protagonista, y en el que hay cajones que se van abriendo y en los que van apareciendo "esos fantasmas o esos recuerdos".

Los títeres están creados con objetos como una goma de borrar, una regla, palos de una silla de madera, un libro... Se utilizan en este caso los objetos para acercarse de otra manera a los niños porque ellos entienden muy bien esos códigos. Es el coger un objeto y a través de él crear todo tipo de historias, personas, personajes... lo que sea, para ellos tiene vida.

La música creada por Mariano Lozano, toma como punto de partida los años cincuenta. Se hacen muchos guiños a la radio de entonces, a la música de antes. La propaganda y la publicidad se hacían cantando, sambas o cumbias, que era algo muy divertido. Hay en el espectáculo toques de radio, como las señales horarias, que marcaban mucho la puntualidad y la rigurosidad de la vida del abuelo. El sabor que había antes, y que al público adulto le va a traer muchos recuerdos de su propia historia. En la música se podrán diferenciar dos partes, una que es la anterior a la muerte del abuelo, y otra que es la posterior a la muerte.

La iluminación también cobra gran importancia en escena, que en este caso es muy puntual en los laterales, siendo en su mayoría focos en miniatura, y cada espacio cuenta con su 'lamparita'.

Rosa Díaz cuenta con la ayuda de Mauricio Zabaleta en la dirección y con Maria José Frías en la dirección del trabajo con los objetos.