El cantante y compositor norteamericano Rufus Wainwright, que se centrará en 2009 en el estreno de su primera ópera en el Festival de Manchester, descartó ayer dedicarse a este género y seguirá como cantautor, porque quiere "poder seguir comiendo en buenos restaurantes".

"Soy estúpido, pero no tanto", dijo ayer en Málaga al preguntársele por la posibilidad de dedicarse exclusivamente a la ópera, porque es consciente de que éste actualmente "no es el género musical favorito para las masas".

El cantante, que ofrece sendos conciertos entre ayer y hoy en el Teatro Cervantes de Málaga, admite que quizá no cuenta con "grandes masas de seguidores", pero los que tiene le son "muy leales" y le ofrecen "protección y un gran apoyo".

En este sentido, añadió que considera este apoyo "mucho más sólido que el interés pasajero de la prensa o de los admiradores que están un día con uno y otro día con otro".

Sobre la posibilidad de que el hecho de hablar abiertamente de su homosexualidad o del consumo de drogas le haya causado problemas, apuntó que ha sido inevitable, porque es "el peor mentiroso del mundo" y no podría "jugar al póquer".

Su "naturaleza honesta" puede haberle supuesto "algún impedimento en el mundo de la música y no tener las mismas oportunidades de acceder a grandes presupuestos". Sin embargo, al mismo tiempo, esa honestidad ha sido "una gran baza" para mantener la "lealtad" de sus seguidores, y quizás por eso le "respetan y son totalmente fieles".

Wainwright actúa en Málaga en solitario, acompañado únicamente por un piano, porque a su juicio en determinados periodos todo cantautor debería hacerlo y "prescindir de todo el marco de productores y estudios". La segunda razón para cantar así es que "permite al público descubrir la esencia de la música al deshacerse de las capas superpuestas", y la tercera y última razón es que cuando se actúa en solitario "se gana mucho más dinero", dijo.