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Ryan Coogler demuestra el poder negro en Cannes

  • El director de Black Panther piensa que "las películas afroamericanas pueden tener tanto público como las hechas por blancos"

Ryan Coogler tiene solo 31 años y ha dirigido tres películas, pero una de ellas es Black Panther. Y con ese bagaje demostró ayer en Cannes por qué se le considera el nuevo símbolo del poder negro y por qué el cine hecho por negros ha dejado de estar estigmatizado.

"Intentamos hacer cosas que no se han hecho antes y que demuestran que las películas realizadas por afroamericanos pueden circular y tener tanto público como las hechas por blancos. Lo hemos confirmado con 'Black Panther'", afirmó el director en una clase magistral. "La gente tiene sus ideas preconcebidas, pero cuando hay ejemplos positivos, hay que continuar y multiplicarlos", agregó Coogler, que fue presentado por el delegado general del festival, Thierry Frémaux, como el "cineasta joven más formidable del cine mundial".

Con un auditorio repleto de estudiantes negros procedentes de Francia y África a quienes el director había invitado a asistir a su clase, y con la presencia del realizador haitiano Raoul Peck y el cantante canadiense Abel Makkonen Tesfaye, más conocido como The Weeknd, Coogler se dio un enorme baño de multitudes.

Y no defraudó en la charla que mantuvo con el crítico de cine estadounidense Elvis Mitchell, que le dio todas las oportunidades para lucirse. En las dos horas de la clase, Coogler demostró que el éxito de Black Panther, Creed y Fruitvale Station es fruto del trabajo y no de la casualidad o de la oportunidad.

Coogler hace un cine negro porque es la cultura en la que nació y recordaba entre risas que vio Malcom X cuando tenía tan solo seis años, pero lo que le importa es hacer buen cine.

Tras una infancia marcada por las películas estadounidenses que le enseñaba su madre o por series como La dimensión desconocida, se abrió a las cinematografías de todo el mundo. Descubrió por ejemplo la brasileña Ciudad de Dios, que fue como su primer viaje al extranjero. Para este nativo de Oakland (California) que no había salido nunca, el cine fue su ventana al mundo.

Todo un aprendizaje, porque descubrió que había películas que hablaban como él y le sorprendió que mantuvieran su propio lenguaje, su acento y sus particularidades.

Citó El profeta, de Jaques Audiard; El odio, de Mathieu Kassovitz, y mucho cine latinoamericano gracias a las recomendaciones de un amigo argentino de la escuela de cine.

Le marcó Amores perros, de Alejandro González Iñárritu, y cuando tuvo que preparar Black Panther también se volvió hacia el cine latino.

Entre el centenar de filmes que él y su equipo vieron para preparar la adaptación al cine de las historias de este superhéroe de Marvel, estaban un clásico como El Padrino, pero también cine africano, como Tombuctú, de Abderrahmane Sissako, y títulos modernos pero ya de culto, como El abrazo de la serpiente, del colombiano Ciro Guerra.

Con todas esas influencias construyó una película no solo supertaquillera, sino que ha recibido el elogio unánime de la crítica y que ha situado el cine realizado por negros -Coogler habló de afroamericanos, pero de comunidad negra- en el centro de la atención mundial. Y el siguiente paso quizás sea hacer una cinta con solo mujeres negras como protagonistas.

Algo normal en un hombre que creció rodeado del poder de las mujeres de su familia. En la comunidad negra, afirmó, "las mujeres fuertes e inteligentes son las cabezas de familia. Yo he crecido en ese mundo, las mujeres de mi familia son increíbles".

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