3 corazones

Drama, Francia, 2014, 100 min. Dirección: Benoît Jacquot. Guión: Benoît Jacquot, Julien Boivent. Fotografía: Julien Hirsch. Música: Bruno Coulais. Intérpretes: Benoît Poelvoorde, Charlotte Gainsbourg, Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve.

Fatalidad, azar, tragedia, destino, pasión, largas comidas, muchos cigarrillos y amour fou que casi desemboca en film noir: 3 corazones es puro zumo de ese cine pasional francés que no duda en sacrificar la verosimilitud al efecto poético, romántico y, por supuesto, trágico. Una tradición nonagenaria que va del Marcel Carné de El muelle de las brumas al Beneix de La lune dans le caniveau o el Carax de Los amantes del Pont Neuf pasando por el Truffaut de La mujer de al lado, a la que esta película recuerda mucho. Este es el único camino para el cine francés y el europeo: ser él, no competir con Hollywood copiándolo.

Un encuentro casual entre un hombre enfermo del corazón (en el sentido físico y el emocional) pierde el último tren en una ciudad de provincias y conoce una mujer también enferma del corazón (sólo en el sentido emocional). Una noche de conversación vagando por la ciudad. Una cita en París. La fatalidad actúa por primera vez, le retrasa a él y ella cree que ha faltado a la cita. No hay posibilidad de reencuentro. Pasa el tiempo. Otro encuentro casual con otra mujer. La fatalidad actúa por segunda vez: él ignora que se trata de la hermana de la primera mujer (nada desvelo: se muestran las cartas desde el principio con ese recurso hitchcockiano de que el espectador sepa más que el protagonista). Ahora vive en Estados Unidos pero, dado que son hermanas, necesariamente reaparecerá la primera. Por ejemplo, el día de la boda. Y con ella reaparecerá la pasión. O lo es lo mismo, la tragedia.

Cuando casi en la mitad de la película entra la voz off de un narrador omnisciente -magnífico giro de guión-, y la estupenda banda sonora de Bruno Coulais -autor de éxitos populares como Los chicos del coro- adquiere un aire sombrío y obsesivo, la película toma un rumbo definitivamente truffauniano. Eso sí, con más mala leche. Como si la pasión romántica de Truffaut se fundiera con el cine negro de provincias de Chabrol. A quien se quede fuera de ella la película le parecerá un disparate exagerado. Pero si se acepta el reto de su realismo poético, o de su irrealidad trágica y romántica, y se deja llevar por su espléndida puesta en imágenes -con momentos tan extraordinarios como la reaparición a través de Skype de la primera mujer-, le irá aprisionando hasta arrastrarle a su mundo angustioso. Conforme la acción progresa se impone un perfecto suspense emocional alzado a la altura de la mejor tragedia: la desgracia que planea sobre los inocentes que ignoran que fatalmente están condenados.

En su madurez el siempre interesante Benoît Jacquot ha logrado una de sus mejores películas. Director gratamente desconcertante que suele trabajar sobre guiones propios en películas que tienden a fundir el cine negro con el pasional, pero que también ha viajado en el tiempo adaptando autores tan dispares como Henry James, Marivaux, Sardou/Puccini, Constant o Mirbau y biografiado episodios de las vidas de Sade, Freud o María Antonieta, Jacquot ha construido un estilo muy personal en el que se pueden hallar ecos del cine pasional de un Carné o un Truffaut combinado con un extremo rigor formal que tiene ecos de la imagen ascética de Bresson o Melville.

Benoît Poelvoorde puede parecer al principio una elección errónea, pero conforme su personaje se va perdiendo de sí mismo el actor demuestra lo contrario. El trío formado por Charlotte Gainsbourg, Chiara Mastroianni y Catherine Deneuve es perfecto desde el principio. Los paisajes de desolación agresiva del rostro de la Gainsbourg y de triste desolación pasiva del de la Mastroianni son perfectos para crear la tensión que desgarra a Poelvoorde. La Deneuve, siempre gélida, es la matriarca que preside el drama como un tótem. Denle a 3 corazones la oportunidad de dejarse llevar por ella. Vale la pena. Es una de las mejores películas estrenadas este año.