El público del Châtelet se volcó la noche del miércoles en el estreno de Treemonisha, de Scott Joplin, famoso "rey del ragtime" y autor de la primera ópera afroestadounidense; aplaudió el montaje con intensidad y consagró a su protagonista, la soprano Adina Aaron.

La asistencia celebró con bravos entusiastas a las dos estrellas de la noche, la mezzosoprano Grace Bumbry y el barítono bajo Willard White, en los papeles de padres de Treemonisha.

Sin que tampoco se librasen de los nutridos aplausos el director musical, Kazem Abdullah, la directora de escena y coreógrafa de la pieza, la española Blanca Li, y Roland Roure, autor de la concepción escénica, la dramaturgia, el decorado y el vestuario.

Pensado como una fábula alegórica, según adelantó Blanca Li, la poética ópera de Scott Joplin triunfo en la noche de estreno un siglo después de su creación, sin que su argumento hubiese perdido un ápice de actualidad.

Fiel reflejo de la situación en Estados Unidos veinte años después de la abolición de la esclavitud, tras la Guerra de Secesión, el compositor quiso promover con ella la importancia de la educación, el papel de la mujer en la sociedad y la no violencia entre otros valores fundamentales y universales.

Utilizó para ello una mezcla del ragtime que le había hecho famoso, pero también de black folk music y de opereta europea, con la que sorprendió a sus contemporáneos, incapaces de tomar entonces en serio al conocido creador de música popular.

El hecho de colocar como heroína y líder de su pueblo a una mujer afroamericana tan sólo dos décadas después de la Guerra de Secesión tampoco ayudó sin duda en exceso al maestro.

"La idea es supermoderna y todavía hoy no es algo que hayamos conseguido totalmente", recordó al respecto Blanca Li, quien acostumbra a trabajar como coreógrafa y directora de escena en grandes teatros del mundo dedicados a la opera y la danza.