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El Thyssen invita a Van Gogh, Monet y Courbet a su idilio con el paisaje

  • La exposición 'Del paisaje naturalista a las vanguardias', podrá verse hasta el 20 de abril en el museo malagueño

La baronesa Carmen Thyssen no pudo ser más elocuente: "Tanto que me preguntabais por el Van Gogh, pues bien, aquí está". El Van Gogh en cuestión es Molino de agua en Gennep, el lienzo de 1884 que la coleccionista prometió llevar a su museo de Málaga antes incluso de que abriera sus puertas y que representa la joya de la corona de Courbet, Van Gogh, Monet, Léger. Del paisaje naturalista a las vanguardias en la Colección Carmen Thyssen, la exposición que se inauguró ayer en el Palacio de Villalón de la capital costera y que podrá verse hasta el 20 de abril de 2014, como gran apuesta de la pinacoteca tras el éxito propiciado por Romero de Torres.

La muestra reúne 42 obras que indagan en la evolución de la representación paisajística a lo largo de un siglo y medio de historia, con cinco paradas fundamentales, establecidas en otras tantas secciones: Naturalismo, Del romanticismo al simbolismo, La mirada impresionista, Nuevos clasicismos y Vanguardias. El conocedor de la colección permanente del Museo Carmen Thyssen encontrará así en la propuesta un ambiente que le resultará cuanto menos familiar (de hecho, se han incluido en la obras expuestas hasta ahora en la colección permanente, como el Paisaje de montaña de Carlos de Haes, fechado entre 1872 y 1875), de la mano de maestros como los cuatro ases insertados en el título de la exhibición, además de otros maestros universales como Paul Gauguin (con La calle Jouvenet en Ruán, de 1884, Hoguera junto a una ría, de 1886), Matisse (Canal du Midi, un lienzo de 1898 que perteneció a Gertrude Stein, que anticipa los presupuestos del fauvismo y que se sitúa, por tanto, entre el clasicismo y la vanguardia) y Caspar David Friedrich (con Barco de pesca entre dos rocas en una playa del Báltico, realizado entre 1830 y 1835; quizá uno de los emblemas netamente románticos de la exposición, exento aún de tentaciones simbolistas). El resto, si bien contiene a otros creadores de las tradiciones finiseculares en Europa y Estados Unidos, presta especial atención a la pintura catalana de los siglos XIX y XX, en un recorrido que abarca desde los cuadros naturalistas de Rigalt i Farriols y Martí y Alsina hasta El mirón (1973), la obra de Antoni Clavé i Sanmartí que cierra cronológicamente la exposición.

Y es que, tal y como recordó ayer el director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, la gran aportación de Carmen Thyssen a las colecciones de su familia se ha concretado, singularmente, en la pintura española. Y la muestra, como subrayó la directora del Thyssen malagueño, Lourdes Moreno, da cuenta del modo en que el arte propiciado por la burguesía catalana de este tiempo estuvo siempre al tanto de cuanto se cocía en Europa, dada su cercanía geográfica y cultural con Francia. Esta exposición nace de hecho a través de un acuerdo con la Fundación La Caixa, y tiene su génesis en otra muestra de paisajistas catalanes que organizó esta misma entidad y que recibió más de 100.000 visitas en los Caixafórum de Lérida, Gerona y Tarragona. A aquella reunión primera de obras, Carmen Thyssen añadió las de Van Gogh, Friedrich, Monet, Gauguin y De Haes, todas procedentes de su colección, hasta conformar la que desde ayer es la gran protagonista de su museo.

Pero la exposición supone, ante todo, un viaje a través de la luz y el color y un homenaje al empeño de los artistas en capturarlos. Un empeño que tiene tal vez su expresión más sincera en el gris reflejo del Molino de Van Gogh en el agua. El color es, siempre, una promesa.

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