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Torrente deflamenco

LA vida y la muerte, el amor y el desamor fueron protagonistas ayer en el Palacio de Congresos de la mano de Eva Yerbabuena, con su espectáculo Lluvia. Una cita, en la que la coreógrafa y bailaora estuvo acompañada por las guitarras de Paco Jarana y Manuel de la Luz y el cante de Joselito de Lebrija, entre otros muchos artistas. La granadina logra que toda la obra rezume una inasible cualidad poética que, como añadido, invita en todo momento a la reflexión personal a propósito de sus inquietudes de siempre y su regusto por lo simbólico. Si en la milonga juega con una mesa como la frontera que señala y marca la soledad y el desamor más allá de la vida en pareja, en las frecuencias (Palabras rotas), quizás el número que mejor sintetice el concepto del espectáculo, echa mano del lenguaje de signos para que su cuerpo de baile ponga el acento en una sociedad cada vez más incomunicada.

Su espectáculo Lluvia es un homenaje a la melancolía y el desamor, al estar vivo, al sinfín de la vida. La bailarina incluye en su espectáculo murcianas, levanticas, tarantos y milongas. Para ello nada mejor que la voz interior de una guitarra, a solas, con un tema musical que es planteamiento, nudo y desenlace. A partir de él, tres voces desarrollarán cantes de otras épocas, como murcianas, levanticas, tarantos, tarantas, milongas, tanguillos, romeras, soleás y cuplés, que la granadina necesitaba coreografiar desde hace tiempo.

Habla de esos días grises que no le gustan nada, explicaba antes la bailaora granadina. "Intento comparar unos días con otros. También hablo de personas que carecen de uno de los sentidos. A raíz de Lluvia tuve la oportunidad de visitar a niños que no ven nada, también niños sordos. Puede hablar con ellos y de ahí el origen de una de las coreografías del montaje".

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