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Vázquez de Sola ofrece su verdad a oscuras

  • El escritor y dibujante satírico, crítico con la vida, pretende contar su versión de ésta desde la ironía, la simpatía y el más original de los formatos en su nuevo libro 'Cartas para leer a oscuras'

A sus 82 años poco se le queda en el tintero, aunque él tampoco pretende dejar nada ahí. Sanroqueño de nacimiento, tuvo que exiliarse en Francia tras ser detenido en España durante el régimen franquista. Ahora, vuelve del país vecino con un libro nuevo en la maleta, Cartas para leer a oscuras, del cual esperaba menos acogida de la que está teniendo, por ser "excesivamente revolucionario".

Asegura con una sonrisa en la boca -y un cierto toque irónico definitorio en las palabra- que a cada libro que escribe tiene que buscar un nuevo editor, pues los que ya le han publicado "saben que no vendo una escoba". Y debe de tener una colección de ellos en el armario, pues por sus manos curtidas en tinta han pasado ya una treintena de trabajos. Con Cartas para leer a oscuras, Vázquez de Sola presenta un compendio de sus dos grandes habilidades: el dibujo y escribir claramente lo que piensa. Dueño de un estilo ácido y comprometido que no deja indiferente a nadie -y pretende provocar a muchos más-, querido en Francia y procesado en España, este escritor gaditano no entiende como aquí no le dejan trabajar habiendo colaborado para periódicos tan significativos como Le Monde.

Arropado en la melancolía que proporciona el paso de los años, hace un fugaz repaso a su propia vida profesional, la cual empezó con tan solo diecisiete años en la publicación Patria. El por aquel entonces niño Sola, realizaba pequeñas críticas, cosa que según él actualmente no se hacen y echa en falta profundamente. El escritor recuerda que cuando se fue a Francia quedó asombrado cuando vio que le consideraban profesionalmente. Estos argumentos le han hecho forjarse una idea bastante nefasta de su propia profesión, "el periodismo me tiene bastante defraudado" afirma. Pero que en su propio país no le hayan entendido nunca, o no le dejen trabajar por ser " de los malos" no le preocupa, aunque le entristece, pues reconoce que no siente que se ponga en duda su talento, sino simplemente que hay una censura tan similar a otros tiempos que la evolución en la propia historia del país se pone en duda. Quizás la respuesta sea más sencilla, y sea su lengua excesivamente afilada para algunos, o sus dibujos controvertidos para otros los que hicieron que sus colaboraciones cesaran rápidamente.

El nuevo trabajo, presenta el mismo original formato que la mayoría de sus publicaciones, 48 cartas inspiradas en las antiguas misivas de amor y amistad. Pretende hacer un pequeño homenaje a personajes que han intervenido de alguna forma en su trayectoria vital y artística, entre los que se encuentran Camilo José Cela, Francisco Franco, Isabel la Católica, o su querido amigo Fernando Arrabal. Reconoce además que dice muchas cosas impactantes y nada agradables, pero de manera cariñosa, "desde una cierta amabilidad".

Crítico con la democracia actual, los políticos, la prensa e incluso con la semántica, no se corta cuando tiene que poner los puntos sobre las íes. El artista, opositor ferviente del americanismo, afirma que estos son "los nazis de nuestra época, Hitler se queda pequeño al lado de cualquiera de los presidentes de EE.UU.". No es de extrañar que afirme esto cuando piensa que "los políticos son artistas de la mentira, la cual utilizan incluso para hacer el bien". Asume que son mercenarios que se pasan de un partido a otro "en cuanto le echan un poco más de fideos en la sopa". Tampoco se cree la democracia actual de nuestro país, pues declara que "no puede haber democracia, cuando hay gente que por el simple hecho de tener un apellido es más que los demás".

Estos temas y otros más son tratados de forma sutil, directa y exageradamente irónica por el autor, que se encuentra presente en todo el escrito, y el cuál se dedica una propia carta a modo de cierre. De Vázquez para Sola se podría titular esta última. Dejando de lado la vanidad que se puede desprender de un acto de semejante índole hay que entender, según el autor, que sólo ha pretendido "rendir cuentas a quién las quiera, del porqué de lo que se escribe en el resto del libro".

Casi medio centenar de cartas que hacen reflexionar y que exponen multitud de temas comprometidos sin pretensión de escandalizar por parte del autor, aunque el lector en ciertos casos pueda no secundar este pensamiento.

Grandes dosis de cariño repartidas entre las páginas, que son puestas en entredicho por aquellos que no admiran el estilo tan excesivamente directo del periodista, pero él se defiende reiterando continuamente que "no pretende juzgar a nadie", tan solo quiere que "la gente lea la verdad contada con una sonrisa". Esto último, enseñanza de su mujer, quien le enseñó que se puede decir cualquier cosa desde una sonrisa, "la ironía y el humor tierno pueden más que las cosas odiosas". El consejo caló hondo. Tan solo piensa que como ciudadano tiene derecho a decir la verdad, su verdad, a pesar de que por esta pretensión en ciertas ocasiones le han considerado "terrorista". "El pensamiento nunca delinque, nuca puede ser una forma de terrorismo", expone

La otra faceta del escritor, la de dibujante satírico, cobra protagonismo en forma de sello en cada misiva. Un ejercicio de rebeldía que conseguirá no dejar indiferente a nadie y escandalizar a más de uno.

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